Cuando nos enamoramos de la persona menos indicada no todo es un camino de rosas. Primero por nosotros mismos, que sabemos que no nos conviene, pero luego están las consecuencias negativas, el «te lo dije» y el final infeliz que prevemos desde el minuto uno.
Conocernos es parte fundamental del proceso del amor, lo mismo que conocer al otro. Pero si además entran en juego factores como la vida o la muerte, y hay que apelar al sentido común, la lógica y la supervivencia misma. Aunque extremista, este corto podría aplicarse en más de un aspecto de la vida.
Porque, tal y como muestra esta historia, si alguien lleno de vida se enamora de la propia muerte, o la misma muerte se encapricha con alguien vivito y coleando, todos sabemos que muy bien no acabará.
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Este extraño ser con máscara que vemos en esta sentida historia animada es la mismísima muerte. Como es obvio, destruye todo lo que toca a su paso. Quita la vida, apaga las flores y emana oscuridad.
Justo todo lo contrario que el objeto de sus deseos, una preciosa cierva que irradia luz. Aunque parezca increíble muchas veces el deseo o el creer en algo es tan fuerte que acaba sorprendiéndonos.
Aunque pueda ser doloroso esta historia tiene algo que enseñarnos que va más allá del amor que todos conocemos.
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