Que nos digan que nuestro perro nos entiende perfectamente es algo que no nos sorprende a quienes convivimos con estos animales. Cuando has pasado parte de tu vida con estos peludos amigos, sabes que su capacidad para diferenciar los estados de ánimo de los humanos es extraordinaria.
Pero claro, una cosa es lo que pensemos nosotros (al fin y al cabo, solo los miramos con buenos ojos) y otra muy distinta es lo que opine la ciencia. Pues amigos de los perretes, alegráos, porque ya tenemos un estudio científico que nos da la razón en cuanto a nuestras afirmaciones.
Se ha discutido largo y tendido si la reacción de los perros a nuestras emociones es un comportamiento innato o aprendido. Esto, unido a la tendencia que tenemos de “humanizar” el comportamiento animal, ha dado lugar a amplios debates sobre el tema.
Aunque parezca mentira, jamás se había llegado a estudiar este comportamiento de una forma analítica y científica, pero, hace escasos días, la prestigiosa revista The Royal Society ha publicado un estudio que demuestra que los perros reconocen tanto las emociones de sus congéneres como las de los humanos. Para ello, se sirven de una serie de estímulos, visuales y auditivos principalmente, que les ayudan a descifrar cómo se siente el humano que tienen delante.
Según Daniel Mills, coautor del estudio, “existe una diferencia importante entre una conducta asociativa, como es aprender a responder adecuadamente a una voz enojada, y el reconocimiento de una serie de señales diferentes, que, unidas, indican determinadas emociones. Nuestros hallazgos son los primeros en mostrar que los perros saben reconocer realmente las emociones en los seres humanos y en otros perros”.
¿Cómo han llegado los científicos a esta conclusión?
Para comprobar si lo perros estaban respondiendo a las emociones por conducta aprendida o porque realmente las reconocían, los investigadores de la Universidad de Lincoln utilizaron diferentes combinaciones entre perros y seres humanos que nunca habían interactuado antes.
Se les mostraba a los perros imágenes de seres humanos y de otros perros que expresaban emociones positivas o negativas. Estas imágenes iban acompañadas de grabaciones en las que alguien gritaba furioso o decía cosas agradables, en el caso de los humanos, y de ladridos agresivos o incitadores del juego, en el caso de los perros.
A veces, la actitud reflejada en el audio no coincidía con la imagen que estaban viendo. En algunos casos era una imagen de alguien feliz con una grabación de alguien enojada y viceversa. Los investigadores comprobaron que, cuando las imágenes y el sonido mostraban los mismos sentimientos, los perros actuaban de una forma mucho más clara y directa que cuando imagen y sonido no coincidían.
Esto significa que los perros absorben información de múltiples fuentes para unirla y dar un significado a lo que sucede. Esta la primera vez que un animal -no primate- ha demostrado tener una compresión de emociones complejas en individuos de otra especie y esta característica es, probablemente, una de las principales ventajas que permitieron la domesticación de nuestros fieles amigos, los perros.
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