La tardanza en la vacunación y la mayor transmisibilidad de la variante ómicron explican una incidencia desbocada y la 'caída' de los colegios en esta sexta ola de pandemia
Colegios enteros cerrados, cientos de aulas clausuradas y otros cientos de alumnos confinados en sus casas. Si, hasta ahora, los colegios habían resistido los embates de la pandemia, la sexta ola ha terminado por derribar los muros que protegían a los centros educativos y los contagios entre los menores de doce años baten récords a diario.
Si a alguien le quedaban dudas de que el Covid también afecta a los menores, las cifras que se están registrando en las últimas semanas y el panorama que han dibujado en los colegios constatan una realidad difícilmente cuestionable.
Si bien es cierto que en los menores el desarrollo de la enfermedad no suele ser grave y que la sintomatología es leve y equiparable a la de un resfriado corriente, no lo es menos que ésa es la regla general y que, en consecuencia, hay excepciones. Y no son pocas.
Según los datos oficiales del Instituto de Estadística de Andalucía (IECA), desde que estalló la crisis sanitaria, más de 85.000 menores de 12 años (de cero a once años incluido), han resultado contagiados por el SARS-CoV-2, lo que representa casi el 10% de todos los casos de Covid-19 contabilizados en Andalucía. Esto quiere decir que uno de cada diez infectados en la comunidad autónoma tenían menos de doce años.
Pero lo más grave es que también se han registrado fallecimientos en esta franja de edad. En concreto tres desde que comenzó la crisis sanitaria, una cifra que puede parecer pequeña si se la compara con los 11.490 muertos mayores de edad, pero que es, a todas luces, un drama.
Y, entre medias, no faltan en los hospitales andaluces menores ingresados por complicaciones derivadas del virus.
Aunque la Consejería de Salud y Familias no ha facilitado los datos acumulados, en el recuento semanal que sí está disponible en internet hay picos de hasta diez hospitalizados en una misma semana.
En estos mismos registros queda de manifiesto la velocidad que están cogiendo los contagios entre niños de menos de doce años. En las últimas diez semanas, se ha pasado de 204 casos diagnosticados de Covid-19 a 2960 y el número de sintomáticos ha pasado de 88 a 243.
Por la consulta de Fermín García, pediatra en Mairena del Aljarafe, pasan cada vez más niños no ya infectados de Covid -que ésos normalmente van a las urgencias-, sino con lo que se denomina Covid persistente. Meses después de pasar la enfermedad, cuenta este especialista, hay niños -como sucede con los adultos- que arrastran algunos de los síntomas, como falta de apetito, cansancio o pérdida de olfato.
De hecho, señala, un estudio científico estima que el 4,4% de todos los menores con Covid sufrirá las secuelas más allá de lo habitual.
VACUNAR, LA CLAVE
El virus, afirma tajante, no deja al margen a los niños. La vacunación, dice quien además es vicepresidente de la Asociación Española de Vacunología, es la única respuesta.
Primero, explica, porque no sólo protege a los mayores, sino también a los propios menores, "que pueden tener Covid grave". Porque, además, es la forma de controlar la transmisión del coronavirus y, tercero, porque mientras el virus siga circulando aparecerán nuevas variantes como ómicron.
"La vacunación es segura entre los niños", señala tajante este pediatra sevillano que alerta, asimismo, de otra secuela que la pandemia puede dejar en los niños y que no hay que desdeñar, la psicológica.
"Parece una tontería, pero no lo es. Hay niños de tres o cuatro años que llevan dos años con mascarilla y a los que sus padres no sacan del ámbito familiar, llevan la mitad de vida oyendo que no deben juntarse con nadie y eso a nivel de salud mental va a afectarles", advierte.
A la pregunta de por qué ahora los niños están en el foco del virus, el doctor García responde que "el bicho busca a aquellos que no están vacunados" y, hoy por hoy, ésos son los niños.
Explica, igualmente, que los casos más graves, y los fallecimientos, están asociados a patologías preexistentes o una situación de debilidad, por ejemplo, por un tratamiento inmunodepresor. Enfermos crónicos o afectados de leucemia son especialmente susceptibles. "Por eso se empezó a vacunar a esos grupos", apostilla.
Vacunar, vacunar y vacunar, reitera, es la solución. "La vacunación es el principio para la disminución de estos casos", sentencia.
Pero el proceso de inmunización en esta franja de edad está aún lejos de completarse y eso se traduce en unas tasas de incidencia muy por encima de la media y, sobre todo, de edades adultas.
A fecha de 22 de diciembre, la tasa de incidencia acumulada a 14 días en menores de 5 a 11 años era de 697,3 casos por cada 100.000 habitantes y ese mismo día la media en Andalucía era de 502, ya por encima del riesgo muy grave.
En cambio, entre los niños de 0 a cuatro años, la incidencia era de 363,1 casos, prácticamente la mitad, y de 12 a 19 años, ya inmunizados en su mayoría, de 318 casos.
El problema añadido, cuenta este pediatra, es la saturación que se está viviendo en la atención primaria, donde ya no dan abasto para hacer test de diagnóstico y empiezan a ser frecuentes las colas.
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