Alrededor del mundo millones de bebés son abortados y aunque ésta es una situación que todos conocemos, pocos nos preguntamos ¿qué pasa con los cuerpos de esos niños? Hace quince años en Vietnam, Tong Phuoc Phuc y su esposa esperaban un bebé.
Visitaban el hospital continuamente ya que esperaban pronto, tener a su hijo con ellos. Mientras ella se hacía los chequeos correspondientes, Tong se percató de que muchas mujeres entraban a un cuarto embarazadas y salían de él sin bebé entre sus brazos.
Al principio no entendió a qué se debía esto, pero cuando lo hizo, supo que tenía que hacer algo al respecto. Éstas mujeres abortaban a los bebés y luego se iban, pero, ¿y los cuerpos? Tong conmovido, preguntó si al menos podía darles sepultura correcta. Al ser aprobada su petición, compró con sus ahorros un terreno en una colina.
Desde entonces más de 10,000 bebés han sido dignamente sepultados. Su esposa lo llamó loco, pero el espíritu de una persona como Tong, no renunció a su misión, que iba más allá que sólo enterrar bebés. Con el paso del tiempo y la fuerza de Tong, el cementerio sirvió para tocar el corazón de muchas mujeres que dudaban acerca de tomar ésta decisión tan importante. Incluso madres que no tenían recursos para dar a luz, se acercaban a él en busca de su ayuda.
Y así, Tong se transformó de un hombre tenaz con una meta clara, en un héroe de la vida real. Abrió las puertas de su hogar para aquellos niños a quienes sus madres no pudieran cuidar y mantener, para que cuando estuvieran listas, comenzarán a criarlos ellas. Ahora, él y su esposa, albergan a más de 100 niños, que gracias a su iniciativa y persistencia, hoy tienen un hogar. A los niños los llaman Honor, y a las niñas Corazón.
Y quién merece el honor y el cariño sincero del corazón es Tong Phuoc Phuc, quien además, trata a cada niño como si fuera su propio hijo. Todo comenzó con un pequeño sentir (que parecía una locura) y hoy se ha convertido en la esperanza de cientos de niños que crecerán con el ejemplo de un padre como Tong.
Hay muchas cosas que podemos hacer, por más chiquitas o locas que parezcan, y que pueden convertirse en vida para los que nos rodean.
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