Hoy, os vamos a contar una de esas historias que nos llegan directas al corazón, por su derroche de emotividad y ternura. Preparar el pañuelo, porque os aseguramos que lo vais a necesitar…
La pasada semana fue atendido en el Hospital Regional Español de Bahía Blanca (Argentina) un anciano de 84 años llamado Óscar. Llegó al centro hospitalario quejándose de un fuerte dolor de cabeza, al que se refería como cefalea. Sin embargo, su dolencia era bien distinta como señala en su perfil de Facebook una de las enfermeras que le atendió.
Al parecer, ese mismo día este simpático anciano cumplía 84 años, y para no pasar ese día tan especial en soledad decidió fingir este dolor para estar, durante al menos unas horas, acompañado. Hace 4 años que perdió a su esposa, no tiene hijos ni familia cercana, por lo que el pobre Óscar se siente realmente solo.
Por ello, estas tres enfermeras decidieron comprarle un pastel acompañado de una vela e hincharon algunos guantes de látex a modo de globos, para hacerle un poquito más especial este día a este simpático «enfermito». Óscar estaba tan agradecido por aquella inesperada atención que, incluso, el deseo que pidió cuando sopló fue que el próximo año le pasase lo mismo.
Óscar, al igual que otros millones de ancianos, forma parte de un grupo tristemente poco recordado por el resto de la sociedad que son los mayores que viven solos. La soledad es un enemigo que puede aparecer en cualquier momento de nuestras vidas, más aún, cuando nos hacemos mayores y que de no ser paliada, puede llevar al deterioro mental y físico, además de a una muerte prematura.
Cuidemos a nuestros mayores, para que nunca se sientan solos, tal y como lo haríamos con nosotros mismos, porque la soledad puede llamar a tu puerta cuando menos lo esperas.
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