Hoy en día, 2 de cada 3 mujeres dan a luz en posición supina, tumbada sobre una cama o camilla. Curiosamente, este no fue siempre el caso. Históricamente, el parto en posición horizontal era la excepción. ¿A qué se debía esto? ¿Qué ha cambiado? ¿Y cuáles son las ventajas e inconvenientes de las diferentes posturas del parto?
El motivo por el que las mujeres occidentales comenzaron a parir en posición horizontal no está claro del todo. Una posible explicación es el desarrollo de la medicina convencional. A partir del siglo XIX los médicos varones comenzaron a sustituir a las matronas. Estos empezaron a colocar a las mujeres en la cama para tener mejor visibilidad en el parto y poder iniciar procedimientos de emergencia si se diera el caso. De esta forma, las posiciones tradicionales para dar a luz (sentada, en cuclillas o de pie) cayeron en desuso.
Sin embargo, lo anterior se trata de mera conjetura. Pero lo que sí se puede demostrar es por qué las mujeres, desde la antigüedad hasta la época moderna, evitaban dar a luz en posición horizontal. Desde un punto de vista puramente anatómico, la posición supina es en realidad la más desfavorable para el parto.
5 motivos para no dar a luz en posición supina
1. La fuerza de la gravedad.
En el pasado (y fuera del mundo occidental incluso hasta la década de 1980) era habitual el parto de pie, en posición sentada o cuclillas. En este la fuerza de la gravedad asume gran parte del esfuerzo. Esto puede incluso aprovecharse en un parto en posición cuadrupedia. Sin embargo, en un parto en posición supina la madre y el niño tienen que luchar contra la gravedad, ya que el canal de parto apunta hacia arriba en ángulo.
2. La pelvis.
Durante el embarazo, la estructura de los huesos de la pelvis se afloja: estos se vuelven móviles como las articulaciones. Sin embargo, en posición acostada la pelvis vuelve a estar fija. Esto estrecha el canal de parto en una media de 2 cm. Además, la limitada movilidad de los huesos de la pelvis hace más difícil que el bebé gire en el canal de parto.
3. La vena cava.
En posición supina, la vena cava inferior de la madre ha de soportar un peso total medio de 5 kg (bebé, placenta y líquido amniótico). Al ser uno de los vasos sanguíneos principales del cuerpo, el parto supino reduce el suministro de oxígeno a madre y bebé en gran medida.
4. Las contracciones.
Cuando la madre está en posición vertical, la cabeza del bebé presiona el cuello del útero. Esto estimula tanto la actividad como la eficacia de las contracciones. Cuando la madre da a luz tumbada, falta este estímulo, lo que ralentiza el parto. Y durante 3 horas de media.
5. Laceración perineal y cesárea.
Las laceraciones perineales graves y las cesáreas son más frecuentes en los partos en posición supina que en otras posiciones. Esto no quiere decir que un parto horizontal siempre se vaya a desarrollar así. Sin embargo, es probable que en el pasado se quisiera evitar este riesgo y, por lo tanto, se prefirieran las posiciones de parto erguidas.
Imagen: silla de parto del s. XIX.
Conclusiones
Por supuesto hay muchas mujeres que han tenido a sus hijos en posición supina y quedaron contentas con ello. Lo cierto es que en tiempos pasados, la gente era mucho más propensa a parir de rodillas, en cuclillas o de pie. Por lo tanto, sus articulaciones estaban entrenadas para mantener estas posiciones incluso en momentos en los que tenían que hacer fuerza. Hoy en día, a muchas mujeres les resulta mucho más cómodo tumbarse en una cama blanda para dar a luz.
Por tanto, cada forma de dar a luz tiene sus ventajas e inconvenientes. Cada mujer debería poder decidir qué es lo mejor para ella. Hoy en día las formas de dar a luz se han ampliado enormemente y el hecho de que en el pasado el parto no fuera en forma supina quizás debería darnos pistas para saber por dónde ir.
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