Esta historia nos demuestra una vez más que los niños tienen un gran corazón y que su pensamiento está más allá de cualquier prejuicio. La niña que vemos en la imagen se llama Sophie, tiene dos añitos y es de Carolina del Sur (EE.UU). Sus padres quisieron recompensarla por haber aprendido a ir sola al baño y la llevaron a una juguetería para que eligiera el juguete que más le gustase.
Nada más llegar, la pequeña rápidamente se fijó en una muñeca de raza negra vestida de doctora, ya que su sueño es ser médico también. No obstante, una dependienta del establecimiento se acerca a la niña y le pregunta: «¿Estás segura de que esa es la muñeca que quieres?» La respuesta de la niña fue un sí rotundo. Pero cual fue la sorpresa de todos cuando la vendedora le dice estas palabras a la pequeña: «Pero ella no se parece a ti. Tenemos un montón de muñecas que se parecen más a ti«.
Sophie, lejos de cambiar su decisión, fue tajante y respondió a la empleada de esta manera: «Sí que se parece. Ella es doctora como yo. Y yo soy una niña guapa y ella es una niña guapa. Mira, ¿Ves que pelo tan bonito tiene? ¿Has visto su uniforme?» Sin pretenderlo, la niña le había dado una buena lección a la dependienta y a su impertinencia al querer que cambiase la muñeca por otra que no fuera de color.
Libre de perjuicios
Esta anécdota, aunque graciosa, sirve como una valiosa experiencia para demostrar que los niños nacen sin prejuicios dando un bonito ejemplo a quienes, lamentablemente, tienen la creencia de que alguien es mejor que otro por sus rasgos físicos, por su color de piel o por el lugar del que procedan.
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