Sidney Poitier, muerto a los 94 años, empezó fregando platos en un restaurante
Cuando Sidney Poitier ganó el Oscar al mejor actor por Los lirios del valle en 1963 no solo se convirtió en la primera estrella negra en lograr el galardón más prestigioso de la industria, sino que por fin se puso rostro a una de las minorías más castigadas de la sociedad que en el ámbito cinematográfico se cebaron bien a gusto con Hattie McDaniel, que fue la primera negra en la historia en obtener este premio a la mejor actriz de reparto por su nostálgica interpretación de la criada Mammy en Lo que el viento se llevó (1939). A pesar de ese reconocimiento, le prohibieron la entrada por la puerta principal en el estreno del clásico de Selznick y murió en la miseria.
Con Poitier, la industria intentó lamer unas heridas que aún siguen sin cicatrizar. La estrella falleció el día de Reyes a los 94 años. Tras crecer en la pobreza en una plantación de tomates en las Bahamas, sus padres le enviaron a Nueva York con 16 años porque tenían miedo de que acabar convirtiéndose en un delincuente. Trabajó como friegaplatos en un restaurante y como no tenía ninguna formación académica, un camarero judío le enseñó a leer y escribir. Sirvió en la Armada británica, pero se sentía tan incómodo que fingió estar loco para que le dieran la baja.
A finales de los cuarenta fue uno de los integrantes del Teatro Negro Americano de Harlem, con quienes debutó en Broadway en Lisístrata. Un cazatalentos se lo llevó a Hollywood para que firmara con la Fox. Veinte películas más tarde, se convirtió en estrella. Inolvidables fueron sus interpretaciones de los clásicos Adivina quién viene esta noche (1967) y En el calor de la noche (1967). En 1950 se casó con Juanita Hardy con quien a lo largo de sus quince años de matrimonio tuvo cuatro hijas.
Su mirada inocente y sus buenos modales taparon uno de los escándalos más grandes de su vida porque la actriz Diahann Carroll -en España se hizo muy popular por interpretar a Dominique Deveraux en Dinastía- había sido su amante durante nueve años. Poitier le prometió la luna, le obligó a divorciarse de su marido, él también iba a dejar a su esposa, compró un apartamento de diez habitaciones y a la hora de la verdad, el actor se echó para atrás. En sus memorias, The Legs Are the Last to Go, la actriz confesó que se portó como un canalla obligándola a firmar un cheque para pagar parte del que habría sido su nidito de amor. En 1976 volvió a casarse por última vez con Joanna Shimkus, con quien tuvo otras dos hijas.
Además de su faceta como actor y director, Sidney Poitier fue un hombre involucrado en diferentes acciones para ayudar a los más débiles. Fue embajador de Bahamas en la Unesco y Japón (1997-2007). A pesar de vivir entre Hollywood y Nueva York, jamás olvidó sus orígenes y siempre que podía volvía a las Bermudas. En 2019, la tristeza se ciñó sobre su corazón cuando el huracán Dorian golpeó la isla y desaparecieron 23 familiares del intérprete. La reina Isabel II le nombró miembro de la Orden del Imperio Británica, pero nunca ejerció como Sir Sidney, y Obama (60) le otorgó la Medalla Presidencial de la Libertad, la condecoración civil más importante del país.
En 2001 le concedieron el Oscar honorífico a toda su carrera en la misma noche en la que Denzel Washington (67) también ganó su segundo Oscar. Le sobreviven su esposa, sus seis hijas, ocho nietos y tres bisnietos.
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