Qué bonito sería, ¿verdad? Yo llevo 46 años intentando escaquearme de los desayunos-cuñado, las comidas-suegra, las meriendas-primo, las cenas-cuñada y vuelta a empezar en bucle. Un día tras otro. Pero no. No hay manera. Vista la imposibilidad de un escaqueo digno (o indigno, la verdad es que el 1 de enero ya te da todo igual) pones en marcha el plan de la perfecta MRDF (Minimizadora de Riesgos de Debacle Familiar). Se trata de salir en paz.
Empieza por el vestuario. Olvídate de tus ansias de mostrarle a tu familia política lo buena que estás y elige una ropa discreta. Llega pronto. Sí. Al contrario de lo que pueda parecer, si llegas de las primeras podrás escoger sitio en la mesa colocando el bolso en una silla. Pero no lo pierdas de vista: ve cambiándolo discretamente dependiendo de quién veas que se va a sentar a tu alrededor.
En ausencia de perro, la experta MRDF siempre tiene a mano a uno de los primitos glotones a quien puede ir pasando los langostinos poco cocidos o el pavo reseco sin que nadie se entere. Además, habrá practicado durante semanas el arte de la sonrisa regia (ñammm, cómo me gusta) y ensayado ante el espejo sus mejores caras-comodín de sorpresa (¿en serio la amiga de tu vecina tiene un grano en el pie?), asombro mayestático (¡dos centímetros en un año! ¡Ya decía yo que Miguelito está enorme!), indignación (¿lo del panadero de tu barrio con las semillas de sésamo no tiene nombre) y, la más importante, no-me-lo-habías-contado-nunca (¿¿que hiciste la mili en Cuenca ??).
La buena MRDF también se levantará a recoger los platos y llenar el lavavajillas aunque todos los hombres se queden sentados mirando la tele. Tampoco responderá a las puyas que le lancen de cualquier parte de la mesa. Amigas, se trata de parecer un témpano de hielo. Así, y con la batería bien cargada del smartphone que tan hábilmente manejas bajo el mantel sin que nadie se dé cuenta, quizá sobrevivas este año a la Navidad-Política.
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