"Me hice, por las circunstancias, mujer antes de que me tocara serlo de verdad. Entonces, estoy recuperando ahora". Luz Casal (63) ha echado la vista atrás para buscar entre sus recuerdos, como dice una de sus canciones más conocidas, y contar su historia en el documental En muchos tempos, que estrena TVE dentro de su serie Imprescindibles el próximo día 26 y que se proyectó ayer en un pase especial en la Cineteca de Matadero Madrid.
Dirigido por Alicia de la Cruz y Chema de la Torre, Luz Casal, en muchos tempos cuenta con la participación de admiradores-amigos como el actor Fernando Tejero, la escritora Virginie Despentes o la alcaldesa de París, Anne Hidalgo; músicos como Depedro, Rosendo o Étienne Daho; colaboradores de la cantante como Paco Trinidad (su productor) y Pablo Sycet (su letrista de cabecera); y su pareja, el periodista musical Paco Pérez Bryan.
Desde sus orígenes en Boimorto (Coruña), pasando por la emigración del desarrollismo en Asturias, la llegada al Madrid de los 80, su despuntar como rockera en la post-Movida, su reconversión de la mano de Pedro Almodóvar, su éxito en Francia y su cáncer de mama, Luz va recorriendo aspectos de su vida conocidos, pero también otros inéditos.
Así, saca a la luz, nunca mejor dicho, "la memoria no presente, la 'no memoria', aquello que has escondido bajo 400 candados, que yo de eso sé bastante", como confiesa en el documental. "Mis padres no se llevaron bien casi nunca", señala al comienzo del mismo. "Aunque he de decir que a mi madre, en los últimos años y despidiéndome en el aeropuerto de Asturias, le hice la pregunta 'del millón': 'Pero mamá, ¿por qué estuviste tantos años con mi padre?'. Y me dijo: '¿Sabes hija? Porque yo a tu padre lo he querido mucho'. Entonces ya nunca más hice ningún tipo de pregunta y eso me sirvió para darme cuenta, para entender de alguna manera esa relación que era tan dura".
¿Por qué fue así? "Desde los ocho años, en mi casa había dos hombres y mi madre. Que, por otro lado, para mi padre, Máximo fue su mejor amigo. O sea, un lío", intenta desenmadejar la cantante de Un pedazo de cielo. "Tenía muchos sentimientos duros, negativos, contra mis padres. Contra los tres". El paso del tiempo ayudó, dice en otro momento de la película. "Creo que los he querido a los tres con la misma intensidad, sólo que a cada uno había que manifestarle el cariño de una manera determinada", apunta a continuación. "Pero estoy muy marcada por los tres. Ahora que no los tengo, creo que he sido muy afortunada, a pesar de haber pasado años sintiendo que era una desgracia la familia que tenía".
Como apunta Anne Hidalgo, "Luz coincidió también con la democracia en España". Y, con ella, "la libertad y la creatividad increíble que hubo en toda esa época de la Movida, donde aparecieron ahí las mujeres. Pero ya sabemos que, aunque haya habido esta libertad y esta creatividad, el modelo quedaba con sus bases muy machistas y que no permitían tanto a la mujer".
Lo que le gusta mucho de Luz a la alcaldesa de París es su fuerza. "Pero una fuerza, también, tranquila", puntualiza. "Los desafíos que ella misma se lanza son unos desafíos de una mujer que le gusta ponerse, no en peligro, sino buscar otra cosa. Aunque lo que busca está en ella. Y lo que busca y encuentra nos lo da a nosotros y siempre son aventuras increíbles".
"Yo tengo la grandísima suerte de poder expresar a través de la música cantidad de emociones", dice Casal sobre su profesión. "Si no tuviera esa salida, ese vehículo, probablemente sería una mujer con serias dificultades".
Entre ellas, la enfermedad. El biólogo Carlos López Otín es el encargado de presentar uno de los aspectos más complicados de esta biografía: el doble cáncer de mama que sufrió hace década y media. "El mensaje para Luz era: Hay que evitar la muerte a destiempo. Porque su enfermedad vino hereditariamente, de su familia. Es uno de los pocos casos de cáncer hereditario", señala el biólogo. "Hoy, muy probablemente, Luz ya no tendría que haber pasado por lo que pasó".
Luz quiso transformar aquel proceso en un disco, Vida tóxica (2007). "Recuerdo de toda esa grabación superar los límites físicos", sentencia. "En especial, la voz. Ser capaz, con la voluntad, de conseguir aquello que me había propuesto, que era no desanimarme, no venirme abajo. No sabes qué satisfacción más grande ver qué había entrado con la intención de grabar mi voz en una canción determinada, sentir que no tenía fuerzas, que debía sentarme porque sentada tienes más fuerzas para cantar, y acabar y ver que eso que había cantado estaba bien. Eso era un triunfo para mí, un éxito".
Los primeros conciertos después de los dos episodios del cáncer los manejó "bastante bien" a nivel personal. "Pero claro, era abrumador lo que sentía con respecto a lo que recibía del público. Me sentía como si fuera la persona más querida del mundo, como si fuera alguien muy, muy, muy especial. Era una buena recompensa".
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