Los aficionados respetaron los consejos del club y del Ayuntamiento y no acudieron a celebrar el título a los pies de la diosa. Algún coche con banderas y muchos cláxones para amenizar la noche.
En otro momento y con otras circunstancias, en esta noche de jueves Cibeles recibiría con los brazos abiertos a decenas de miles de aficionados madridistas, que corearían los cánticos de su equipo esperando la llegada de los jugadores. Sergio Ramos bajaría del autobús y subiría a la estatua con la ayuda de Marcelo, segundo capitán, para ponerle a la diosa la bufanda del Real Madrid, campeón de Liga por 34ª vez.
Pero esta noche de noche no ha sido igual. La pandemia de coronavirus que asola el mundo ha evitado que los jugadores del Madrid y sus aficionados acudieran a celebrar el título a la famosa plaza. "Cualquier posible triunfo de nuestro equipo no debe suponer un enorme paso atrás en la lucha de todos contra esta pandemia", avisaba el club en un comunicado esta semana, mientras que el Ayuntamiento desplegó a 120 agentes en diversos puntos que controlaron el perímetro de la fuente con límites en Gran Vía, la Puerta de Alcalá, Colón y Nepturno. A ellos se sumaron otros 150 adicionales de la Policía Nacional que completaron un efectivo total de 270 agentes para controlar la zona.
Los madridistas han respetado las órdenes de las autoridades y sólo han celebrado el triunfo desde sus coches, apretando el claxon y desplegando, algunos, la bandera de su equipo por la ventana de los vehículos. Nadie por la calle. Y a Cibeles la bufanda no se la puso Ramos, sino un operario del Ayuntamiento. Con mascarilla, evidentemente.
El ministro de Sanidad, Salvador Illa, ha agradecido a los madridistas su actitud tras la consecución del título de Liga: "Ayer me llevé una alegría y es para agradecer. Esto
demuestra que es compatible manifestar la alegría que uno siente con tener conciencia de que hay un virus y que concentraciones masivas en la vía pública son incompatibles".
Comentarios