Esta es la historia de la pequeña Brenna, que tras un difícil comienzo en la vida, cuenta con el apoyo de unos maravillosos padres.
La vida de Courtney y Evan Westlake y su hijo Connor es una vida feliz. La pareja decide entonces completar su felicidad con un segundo hijo. Como cualquier futuro padre, Courtney y Evan esperan con ansia cada ecografía y se alegran cuando todo va según lo previsto. Finalmente les dicen que van a ser padres de una niña.
La joven pareja está muy contenta y comienza a hacer planes para el futuro de su hija. "¡Pero las trencitas en el pelo se las haces tú!", bromea Evan. El gran día llega y su pequeña nace unas semanas antes de año nuevo. Y todos sus planes de futuro y de cómo será su vida se derrumban en un segundo. Brenda, su hija recién nacida, ha de ser llevada inmediatamente a la UCI. Casi no se mueve, tiene fiebre alta y heridas por todo el cuerpo.
Lo que ha causado estos males en Brenna es una forma grave de una enfermedad conocida como ictiosis. La composición de su piel es anormal, lo que se traduce en la formación de escamas y un enrojecimiento extremo de todo su cuerpo. A Courtney y Evan se les permite tener a su hija en brazos por primera vez dos semanas después de su nacimiento. De ahora en adelante tendrán que realizar curas diarias de la piel de su hija. Además de los desafíos que esto supone a nivel físico, Courtney también percibe las consecuencias que esto tiene a nivel emocional.
Adonde quiera que vaya con su hija, los niños la señalan, hacen comentarios en voz alta o hacen preguntas inapropiadas a sus padres. Esto hace que Courtney se sienta muy triste. Y no solo por su hija. La joven madre entiende a los niños, porque su hija es muy diferente a los demás niños. Sin embargo, lo que no puede entender es la reacción de los padres. Estos se llevan a los niños y los hacen callar.
Y Courtney se pregunta: "¿Por qué es tan insuperable la barrera entre nosotros? ¿Por qué no usáis el ejemplo de nuestra familia para explicar a vuestros hijos que lo que parece diferente no es malo?". A ella le gustaría que esos padres hablaran con ella sobre su hija. Courtney está muy orgullosa de su traviesa pequeña, que no se deja amilanar por nada y a la que su hermano idolatra.
La joven madre simplemente no entiende por qué otros padres evitan hablar sobre personas que tienen una apariencia diferente. "¿De qué tienen miedo? Podrían acercarse y preguntar qué edad tiene mi hija para que sus hijos vean que es algo totalmente normal. Y cuando un niño pregunte por qué está Brenna tan roja, ¿por qué no decir simplemente: 'no lo sé, pero la apariencia no es importante, porque todos somos diferentes', no?".
Evan, el padre de Brenna, también está orgulloso de su hija. Y un día Courtney es testigo de un momento especialmente emotivo entre padre e hija. Evan baña a Brenna todas las noches, como parte de los cuidados que Brenna ha de recibir a diario. Le pasa una toalla por la piel muy delicadamente y luego un poco más fuerte por la cabeza para que sus escasos rizos rubios le crezcan. Pacientemente y con constancia, el hombre que antes de nacer su hija dijo que nunca le haría trencitas en el pelo, vuelve a repetir el mismo proceso.
Courtney entra en el baño y juntos le hacen una trencita en el lugar donde su hija tiene la mayoría de pelo. La niña se toca orgullosa su peinado y sus padres tienen claro que su hija podrá lograrlo todo, aunque todo no sea como ellos se lo habían imaginado.
Si también crees que la fuerza de esta mujer es extraordinaria y quieres que otros vean cómo hemos de comportarnos con gente que tiene un aspecto diferente, comparte esta historia con todos tus conocidos.
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