La organización de protección animal Predator Defense se ha propuesto defender la vida salvaje en Oregon. En la actualidad, los humanos tienen enormes ventajas sobre los depredadores salvajes en libertad. A muchas personas les disgustan demasiado animales como los coyotes. Cuando estas criaturas caen en las trampas que ciertas personas les ponen, experimentan una gran tortura. Por desgracia, esta situación les resulta demasiado familiar a Brooks Fahy, el jefe de la organización, y a su equipo. Aunque están acostumbrados a encontrar a estos animales en graves problemas, nunca es fácil solucionarlos.
Un frío día de invierno Brooks se encontró en el bosque con una situación tan perversa que lo dejó sin palabras.
Después de recibir una llamada anónima para pedirle que ayudara a un coyote en apuros, Brooks se dirigió al bosque. Muy pronto encontró lo que estaba buscando: un joven coyote que había caído en una trampa. Yacía en un charco de su propia sangre, con la pierna gravemente herida.
Al parecer, había estado en esta dolorosa situación desde hacía algún tiempo. Con frecuencia, estos animales tienen que pasar muchos días atrapados, al igual que este coyote, hasta que finalmente mueren. Cuando Brooks se acercó, el coyote bajó la mirada como si estuviera aceptando su miserable destino.
Entonces Brooks notó que había pequeños charcos al lado del coyote, de los cuales había estado bebiendo. También había una rama que el pobre animal había estado mascando, tal vez para mitigar su dolor.
Pero lo que vio después lo tomó por sorpresa: al lado de la criatura encallada había numerosos huesos pequeños junto con las huellas de otros coyotes. ¡Aparentemente, otros miembros de la manada le habían estado trayendo comida para que no muriera de hambre! Brooks se conmueve de solo recordarlo: "Es desgarrador. La imagen se me quedó tatuada en la memoria".
Trabajó paciente y cuidadosamente para liberar al coyote. En el proceso, pudo calcular la magnitud de las heridas del animal. Parecía de unos tres o cuatro años y parecía saludable, excepto por su pata, que estaba hecha pedazos. Se le asomaba uno de los huesos. Cuando logró llevar al animal mutilado a las instalaciones de su organización, el veterinario concluyó que no podían hacer nada por él.
A esas alturas, la pata estaba separada casi por completo de la pierna. Solo pudieron imaginar el gran dolor que el coyote estaba padeciendo. Al final, decidieron que la única forma de ayudarlo era liberarlo de su desalentadora situación. Se encontraba muy débil, así que lo acariciaron con mucha ternura y, con lágrimas en los ojos, lo pusieron a dormir para siempre.
Todo esto pasó en 1992, pero Brooks lo recuerda como si hubiera sucedido ayer. Historias como la de este coyote lo han motivado desde entonces. Él mismo cuenta todos los hechos en este vídeo (en inglés):
Actualmente, los coyotes y muchos otros animales, ¡incluidos perros domésticos!, siguen cayendo en trampas como esta y, a menudo, mueren agonizando lenta e innecesariamente. Brooks explica: "Obviamente, las trampas no son selectivas..., cualquier animal puede caer en ellas. He hecho este trabajo por 40 años y no deja de sorprenderme que esto siga sucediendo...".
Justo ahora, en Estados Unidos hay proyectos de ley como estos dos en el Congreso que pretenden acabar con las trampas como las que mató a este coyote. Si quieres apoyar este esfuerzo para proteger la vida salvaje, entra a la página de Predator Defense o ponte en contacto con la organización de tu área.
Siempre que Brooks se siente cabizbajo, recuerda aquel coyote al que su manada trató de ayudarlo hasta el último momento. ¡Entonces, regresa a trabajar con la fe renovada en la humanidad!
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