Raven era solo un cachorro de Tamaskan cuando su humana Christina se dio cuenta de que merecía tener un compañero. Sin embargo, decidió que ella no era quién para elegir el mejor amigo de nadie, así que metió a Raven en el coche y juntos fueron a la protectora.
El objetivo de Christina era que su perro eligiese por sí mismo al animal con el que quería vivir, una idea genial ¿cierto? La única condición que ella ponía era que fuese un gato.
Raven conoció a cuatro gatitos, pero ninguno de ellos mostró demasiado interés en el perro, excepto una preciosa bola de pelo llamada Woodhouse. Fue la elegida, y después de un año, podemos decir con seguridad que estos dos amigos van a ser siempre inseparables.
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