'El Cuco', uno de los que conoce el paradero del cuerpo de Marta, reside desde hace unos años en el extranjero
En el sur de Francia, en una localidad a 25 minutos de Marsella, tiene fijada su residencia Francisco Javier García. Todo el mundo le conoce como El Cuco, sobre todo tras su participación en el asesinato de Marta del Castillo. La justicia cree que es una de las pocas personas que conoce el paradero del cuerpo de la joven.
Trata de pasar siempre inadvertido. Apenas sale a la calle y cuando lo hace es para sacar a pasear a su perro. Un can de presa de unos 50 kilos que le sirve de protección.
Se muestra siempre muy desconfiado, pendiente de lo que ocurre a su alrededor.
El Cuco es muy hábil, capaz de detectar la presencia de medios españoles a la puerta de su casa. Cuando siente una presencia extraña no duda en salir corriendo hacia su domicilio. El crimen de Marta del Castillo le perseguirá de por vida.
Sigue guardando con gran hermetismo el lugar donde se encuentra la chica. Ya han pasado más de doce años desde aquello. En aquel momento tenía apenas 15 años.
La justicia determinó que había colaborado con Miguel Carcaño a deshacerse del cuerpo de Marta. En un primer momento dijo aseguró que el asesino confeso, Carcaño, y su hermanastro le amenazaron si hablaba. En su declaración añadió que la adolescente yacía muerta cuando se presentó en la vivienda de León XIII en Sevilla.
Más tarde negaría los hechos y contaría que nunca había estado allí. Explicó que esa primera versión estuvo condicionada por las presiones policiales que sufrió tras ser detenido. En privado admitió que los hechos: "Yo llegué, me vi el pollo, estaba todo mareado, una paranoia", señaló.
En 2011, El Cuco fue condenado a 2 años y 11 meses de internamiento en un centro de menores. En la sentencia, el juez aclara que tenía "la convicción" de que sabía dónde se localizaba el cadáver de la víctima. Marta del Castillo tenía 17 años en el momento en que la asesinaron.
Hace años decidió romper con su pasado y refugiarse en una pequeña ciudad francesa. A casi 1500 kilómetros de su casa en Sevilla. En todo este tiempo ha buscado mantenerse alejado de los focos, pero sobre todo de las miradas de sus vecinos.
Sabía que quedándose en España no conseguiría quitarse de encima esa presión mediática. En Rognac ha trabajado como mozo de almacén, un empleo que consiguió a través de una empresa de trabajo temporal.
Aterrizó en suelo francés en 2006. Fue la manera de poner tierra de por medio. También seguiría sus pasos Samuel Benítez, otro de los jóvenes que se sospecha que estuvo en aquella casa.
La historia de Marta del Castillo, con muchas incógnitas
Al menos, Carcaño lo involucró a la hora de deshacerse de Marta. Sin embargo, no hubo pruebas que pudieran confirmar la presencia de Samuel en la vivienda.
Los dos amigos emigraron a Rognac, y lo hicieron de la mano del fotógrafo Michel Tchelou, tío de la novia de Samuel. El Cuco comenzó trabajando de modelo, mientras que Benítez lo hizo de escultor.
En la medida de lo posible trataron de llevar una vida lo más normal posible. Incluso se abrieron cuentas en las redes sociales con nombres falsos, donde compartían imágenes de sus fiestas o posando en coches.
Todo entre ellos iba genial hasta que el padre de Marta del Castillo los descubre en estas plataformas. Desvela que Samuel había dejado embarazada a la joven que había conocido en Sevilla durante su Erasmus. El joven no dudó en contestarle: "Sinvergüenza, que te hayan matado a tu hija no te da derecho para señalar y crucificar a un bebé".
Todo entre ellos iba genial hasta que el padre de Marta del Castillo los descubre en estas plataformas. Desvela que Samuel había dejado embarazada a la joven que había conocido en Sevilla durante su Erasmus. El joven no dudó en contestarle: "Sinvergüenza, que te hayan matado a tu hija no te da derecho para señalar y crucificar a un bebé".
A raíz de aquello se distancian los dos amigos. El Cuco empieza a residir con una chica de Sevilla que emigra a Rognac unos meses después de él. Y empieza a perder el contacto con Samuel.
Tomarían caminos por separado, rompiendo por completo una amistad de muchos años.
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