Muchos dicen que son nuestras mascotas las que de alguna manera nos eligen a nosotros. En el caso de Lauren Keim, no hay dudas al respecto.
Lauren se encontraba en su oficina y todo parecía ser un día completamente normal hasta que una de sus compañeras escuchó un extraño sonido en la entrada.
Kay se acercó y descubrió que se trataba de un gatito en terribles condiciones. Había comenzado a llover y el pobre peludito quería un lugar para resguardarse.
Kay no sabía muy bien qué hacer, así que consultó a Lauren. Ella no lo pensó dos veces y decidió abrir la puerta para ofrecerle el resguardo que tanto necesitaba. Todos dejaron su trabajo por unos segundos y acudieron a conocer al hermoso gatito. Se veía que había pasado por muchos problemas de salud y que a duras penas había logrado sobrevivir en las difíciles condiciones de la calle. A pesar de eso, el gatito era muy cariñoso y con sus dulces ronroneos parecía agradecer que finalmente contaba con un techo seguro. “Creo que todo lo que quería era sentirse seguro y amado», dijo Lauren. Decidieron llamarlo Chuck, el nombre de su jefe. Le dieron un poco de comida y agua. Parecía que el pobre no había comido en días y se devoró todo lo que encontró en el plato. Se encontraban decidiendo qué hacer con el peludito. Algunos sugirieron que lo mejor sería llevarlo a un refugio pero en ese momento Chuck decidió tomar el asunto en sus propias patitas. Se dirigió muy decidido hasta las piernas de Lauren y se acurrucó sobre ella. Parecía una señal muy clara: Él ya había elegido a quien se convertiría en su humana definitiva. “Se arrastró hacia mi regazo y se quedó dormido. Entonces supe que era mío. Me eligió en ese momento”, recordó Lauren. La decisión estaba tomada y Lauren lo llevó al veterinario. El pobre tenía una patita fracturada y en la otra tenía un absceso por una herida que se había infectado. De inmediato, comenzó a recibir tratamiento. Logró recuperarse de la infección pero los médicos tomaron la decisión de amputar su patita fracturada por la gravedad de la lesión. “Se está adaptando a la vida con tres patitas. Ya se mueve más rápido que cuando lo rescatamos”, dijo Lauren. Chuck se portó de maravilla y a pesar de que tuvo que pasar por un par de cirugías, parecía comprender que todos querían ayudarlo. Ahora, el hermoso gatito atigrado vive junto a Lauren y pasa sus días muy feliz. Adora tomar la siesta sobre ella y sus duros días en la calle son cosa del pasado.
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