El líder de Alpine, tras apurar la vida útil de sus neumáticos, resiste los ataques de Pérez y regresa siete años después al cajón. Rotunda victoria de Hamilton, por delante de Verstappen.
En 34 vueltas al límite, bajo la amenaza latente de un reventón, Fernando Alonso amarró un podio que sabe a gloria en Losail. Estirando la vida útil de su neumático duro ante la presión de Sergio Pérez, el asturiano alcanzó la meta sólo por detrás de Lewis Hamilton y un Max Verstappen que jamás encontró manera de discutir la hegemonía del heptacampeón. En esta apasionante definición del Mundial, con apenas ocho puntos de margen, la batalla por el título encuentra en Alonso un animador de lujo. Siete años después, desde aquel lejano GP de Hungría 2014, el bicampeón vuelve a bañarse en champán.
Bien merece olvidar tantos pasados sinsabores, porque al fin todo salió rodado para Fernando, elegido mejor piloto del domingo por los aficionados. La doble sanción a Verstappen y Valtteri Bottas, conocida poco antes de la salida, le había impulsado hasta la tercera plaza de la parrilla, desde donde Alpine trazó una estrategia tan conservadora como efectiva. Pese a que la velocidad del A521 poco podía oponer a la de los escuderos de Mercedes y Red Bull, Alonso respondió con lo mejor de su repertorio, rodando a un ritmo brutal en su primer relevo y sosteniéndolo, más adelante, sobre los peligrosos bordillos de Losail.
Además contó con esa fortuna tantas veces enemiga, que aparecía en forma de postrero virtual safety car cuando Pérez lanzaba su último ataque. A falta de dos giros, el pinchazo de Nicholas Latifi con el Williams suponía una bombona de oxígeno. Todo el reconocimiento también para sus mecánicos, impecables en el único paso por boxes, allá por la vuelta 22. Sobre un trazado inédito, donde todos partían de inicio casi con una venda en los ojos, Alonso dejó constancia de su maestría. A los 40 años sigue en la máxima elite del pilotaje.
MALA SALIDA DE SAINZ
Ya de inicio, desde la zona limpia, había atacado sin piedad en la segunda curva, con una doble maniobra con la que hacía morder el polvo a Verstappen y se marcaba un espectacular exterior frente a Pierre Gasly. Por contra, Carlos Sainz no lograba sacudirse las malas vibraciones de sus últimas salidas y volvía a quedarse clavado en los tacos, cediendo dos puestos ante Esteban Ocon y Verstappen. Todo el domingo del madrileño, embutido en el tráfico de la zona media, transcurrió entre lo anodino. Al menos, la séptima plaza en la meta, justo por delante de Charles Leclerc, permite a Ferrari ampliar la ventaja sobre McLaren.
Hamilton, ni que decir tiene, dominó de punta a punta, sin oposición, simplemente esperando noticias de lo que vendría por detrás. Las dificultades a la hora de los adelantamientos se confirmaron pronto, con un único punto concreto: el final de la recta de meta. Justo allí Verstappen se deshizo de Gasly, que le alfombró el paso, y Alonso, consciente también de las limitaciones de su Alpine. En cualquier caso, por mucho que apretara, Red Bull jamás pudo sostener el ritmo de Mercedes.
Sin exprimir los neumáticos, la ventaja de Hamilton había crecido hasta los siete segundos cuando Verstappen entró en el garaje para montar los neumáticos duros. Para no ser menos, las Flechas de Plata calcaron la estrategia sólo un minuto después. James Vowles, su máximo estratega, se sabía ya con todos los ases en la manga, así que decidió volcarse en Valtteri Bottas, que había cedido cinco posiciones en la primera vuelta. "Si pasas a esos coches vas a luchar por la tercera plaza", adelantó al finlandés.
EL PINCHAZO DE BOTTAS
Desde Alpine, como es natural, se observaba con recelo su progresión. También la de Sergio Pérez, espoleado por las dificultades y terriblemente certero. Antes de pasar por boxes, en la decimoquinta vuelta, pudo quitarse de encima, a final de recta, a Ocon, Sainz y Lando Norris. Poco o nada podía oponer Alonso ante la velocidad del Red Bull. Sólo apurar hasta el límite la vida útil de sus gomas blandas, con las que rubricó unos tiempos fabulosos hasta la vuelta 22.
Con el neumático duro, la batalla frente a Pérez se dilucidaría en breve a favor de Checo. Traspasado el ecuador de carrera, aún había legítimas dudas sobre qué hacer para alcanzar el podio. Algunas se aclararon con el pinchazo de Bottas, víctima de unos arcenes afilados como cuchillas. Un rival menos en liza para Alpine, que debía tomar una decisión crítica con Alonso. O más bien confirmala.
Tal y como habían ideado desde el inicio, el podio del asturiano debía sostenerse con una sola parada, estirando al límite su calzado duro. Mientras, Red Bull apostaba por la estrategia inversa, renovando el neumático de Pérez, abocado desde entonces a la remontada ante Lance Stroll, Ocon y Norris. "Decidle a Esteban que aguante como un león", lanzó Alonso por la radio, consciente de que el ritmo del RB16B crecería de forma exponencial.
El francés, agredecido por la cortesía de Fernando en el GP de Hungría, hizo todo lo que estaba en su mano, con un tremendo cuerpo a cuerpo frente a Checo en la vuelta 46. McLaren, temerosa también de la degradación, quitó de enmedio a Norris, así que desde ahí hasta la meta todo quedaría en manos de Fernando. Incluso en esas condiciones extremas logró una regularidad insólita y el mencionado accidente de Latifi allanó aún más el camino. El 98º podio de su carrera fue el merecido pago a una soberbia carrera.
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