Canarias es la primera comunidad de España que prohibió las corridas de toros. Sin embargo, aunque suene incongruente, es uno de los pocos lugares del mundo donde aún siguen siendo legales las peleas de gallos. Esto también está legalizado en zonas de Andalucía y algunos países de Centroamérica, como Guatemala o México, donde su práctica es tan habitual que es considerado como un signo distintivo de su cultura tradicional.
En la región canaria, esta práctica se ha ido reduciendo con los años, pero desgraciadamente aún hoy, las islas siguen contando con una federación, clubes de peleas locales y hasta con una liga propia. La localidad de Teguise en Lanzarote (España), es uno de los lugares canarios donde se pueden presenciar con mayor tradición las peleas de gallos.
En este municipio, donde los que se dedican a este tipo de actividades, presumen de ser uno de los pocos lugares de Europa donde sigue estando legalizadas. Allí, los crían, entrenan estrictamente hasta hacerlos más agresivos y fuertes, y encierran hasta el momento de la competición. La pelea tiene lugar en el reñidero del pueblo, un terreno habilitado para las pelea de gallos. Ahí es donde comienzas las apuestas, que es donde verdaderamente está el negocio.
Las organizaciones animalistas canarias se reúnen cada semana en el lugar de la celebración de la pelea para manifestarse. No solo luchan para su abolición al considerarlo una tortura y un crimen contra los derechos de los animales, sino también protestan por el uso de espuelas metálicas y la mutilación de sus crestas, lo que hace que estos animales sufran aún más.
En el vídeo que veremos a continuación, podremos ver aún con más detalle cómo es la vida de estos pobres animales que son usados como fuente de negocio en contra de su propia naturaleza animal. ¿Cómo es posible que en el siglo XXI siga siendo legal algo así? ¿Dónde quedan los derechos de los animales?
Obligados a pelear hasta la muerte
Los gallos nacen, se crían y son entrenados para pelear en granjas de juego. Los criadores (“galleros”) matan a las aves que creen que son inferiores, conservando solo aquellas aves que tienen “juego”—el deseo de pelear o matar al adversario. Muchas de estas aves pasan la mayor parte de sus vidas atadas de una pata en una vivienda inadecuada, ya sea en un cilindro de plástico o en una pequeña jaula de alambre. Los criadores “acondicionan” a las aves para pelear a través de trabajo físico, lo que incluye el atar pesas a las patas de los gallos, y “peleas de práctica” con otros gallos.
Comentarios