Simba es un perrito que no tuvo suerte al ser acogido por su familia adoptiva.
¡En efecto! Cuando Simba se puso muy enfermo, sus dueños prefirieron deshacerse de él en lugar de intentar curarlo.
Según comentaron, como estaba deprimido y no tenía ganas de jugar, ¡pensaron que lo mejor era matarlo!
Pero un doctor que trabajaba en el refugio en el que estaba Simba vio que tenía una garrapata en el cuello.
La razón por la que Simba no tenía ganas de jugar, ¡era porque siempre tenía fiebre y se sentía mal!
Sin perder un segundo, el doctor curó al perrito extirpándole la garrapata. Unas semanas después, Simba estaba en plena forma y por supuesto ¡con muchas ganas de jugar!
Menos mal que alguien acudió en socorro del pequeño perrito.
¡Aquí tienes el vídeo de la conmovedora historia de Simba!
¿Alguna vez has conocido una historia similar? ¡Cuéntanos tu experiencia!
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