Un nuevo estudio confirmó que la daga fue hecha con materia proveniente del espacio y no fue forjada en Egipto.
En el año de 1923 ocurrió un hallazgo sin precedentes: la tumba mejor conservada hasta el momento de un faraón de la dinastía XVIII. El sepulcro contenía los restos del Rey Tutankamón, quien gobernó entre los años 1334 y 1325 a. C.
El descubrimiento de la tumba bajo un asentamiento del Valle de los Reyes causó revelo mundial y e hizo que Tutankamón alcanzara la fama mundial. Este faraón, así como las miles de piezas mortuorias halladas al interior del recinto funerario, generaron un enorme interés por la egiptología en Occidente. Se trataba de más de 5 mil objetos que permitieron conocer más sobre la orfebrería de la época. Entre ellos estaban una máscara funeraria bañada en oro con incrustaciones de piedras y una daga.

De inmediato, ambas piezas llamaron la atención, pero la más intrigante tal vez sea la daga de Tutankamón.
Esta arma se compone de una fina lámina de hierro con una empuñadura de oro. Los acabados de la daga revelan un dominio de la técnica nunca antes visto en esa región y durante esa época.
Para el siglo XIV a.C., momento en el que Tutankamón gobernó, aún no se conocían las técnicas para calentar el hierro y llevarlo a fundición. El rastro más antiguo en Egipto de este proceso apareció hasta el siglo VI a.C. Esto quiere decir que la daga no fue hecha en la región del Nilo, y que además, pareciera que es de otra época.
Esto llevó a los arqueólogos a pensar -aunque sin más evidencia- que el hierro de la daga de Tutankamón no era nativo de la Tierra sino que provenía del espacio. Durante décadas se mantuvo esta teoría pues el misterio seguía sin comprobarse.

Sin embargo, cerca del 2014 se realizó un análisis de rayos X que confirmó dicha teoría. El resultado demostró que el hierro de la daga provenía de un meteorito por lo que efectivamente, tiene un origen extraterrestre. Ahora, un nuevo estudio termina por relevar el misterio que envuelve aquella arma del faraón.
El Instituto de Tecnología de Chiba, Japón, analizó la composición química de la daga de Tutankamón y concluyó que no fue forjada en Egipto.
Los análisis se hicieron en febrero de 2020, durante varias visitas al Museo Egipcio de El Cairo. La prueba consistía en revisar la distribución de níquel en la superficie de la daga a partir de la existencia de patrones de Widmanstatten. Estos son un tipo de cristales alargados que aparecen en el níquel del hierro de meteoritos y que desaparecen cuando el metal alcanza los 1000°C. Entonces, se reveló que el hierro de la daga fue calentado a más de 800°C pero menos de 950°C.

Además, se descubrió yeso en la empuñadura de oro; material que habría sido usado para fijar los adornos de piedras preciosas. Esta es otra técnica que no se vio en Egipto sino hasta el siglo IV a.C.
Estos dos últimos detalles permiten afirmar que la daga de Tutankamón no fue creada en el delta del Nilo, sino que se forjó en el extranjero. El equipo encargado también relacionó este hallazgo con un pasaje en las Cartas de Amarna para concluir que la daga surgió muy lejos de donde fue encontrada.

Las Cartas de Amarna son un conjunto de tablas de arcilla que describen las relaciones diplomáticas entre Egipto y estados del norte de la costa mediterránea. Una de las tablillas menciona detalladamente que un antiguo gobernante del reino de Mitanni, la actual Siria, le regaló una daga de hierro a Amenofis III. Este faraón resultó ser el abuelo de Tutankamón, por lo que es muy probable que dicha arma sea la famosa daga de Tutankamón, quien la heredó.
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