Cada vez que nos proponemos algo, nos enfrentamos a un reto o tenemos un objetivo acude a nosotros una idea: rendirse. Es inevitable perder las fuerzas, descentrarse o querer abandonar. Pero al final seguimos, es esa capacidad de todo ser vivo de aguantar, de continuar, de agotar todas las posibilidades.
Resistimos más de lo que creemos, pero no somos conscientes de ello hasta que echamos la vista atrás. Es entonces cuando realmente nos damos cuenta de la magnitud del asunto que hemos enfrentado.
Lazarus, el gato, fue encontrado inmóvil. Estaba tendido sobre la tierra después de haber caído desde lo alto de un edificio.
Malherido como estaba, lo fácil hubiera sido rendirse, dejarse llevar y no resistir; pero no lo hizo. Sacó fuerzas y aguantó un día más. Y luego otro y otro, y así hasta que faltaron dedos para contarlos.
El primer día seguía inmóvil, pero abría los ojos y comía. Poquito y con una jeringa, pero comía.
Luego levantó la cabeza, solo eso. Roma no se construyó en un día; poco a poco se consiguen objetivos.
Movió las patas e intentó ponerse en pie. No eran los mejores resultados, pero eran resultados, y eso es más que nada.
Se caía. Pero siguió intentándolo. Siguió y siguió, y al cabo de una semana se levantó.
No podrás creer lo que logra este valiente. Todo lo que consigue después de haber empezado desde cero, sin moverse, sin nada más que la esperanza y las ganas de no rendirse. El vídeo es, sin duda, de lo más emocionante que verás hoy.
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