Si te gustan los animales, es muy probable que en algún momento de la infancia tuvieses claro que de mayor querías ser veterinario. De este modo podías estar rodeado de animales todo el día y podías cuidarlos y salvarles la vida.
Lo cierto es que trabajar en un hospital veterinario no es tan bonito e idílico como podíamos pensar cuando éramos niños, ya que muchos animales llegan muy malitos y no todo es amor y felicidad. Sin embargo, trabajar ayudando a nuestros amigos peludos e incluso salvarles la vida o aliviar su dolor sí que es gratificante, y lo bueno siempre gana a lo malo.
Siempre decimos que los animales tienen una manera especial de querernos y de agradecernos nuestra compañía, pues bien, con los veterinarios, aunque a veces le pongan alguna que otra vacuna, no se quedan atrás.
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