Una generación de niños que no recibe nalgadas...

30.07.2018 15:57

Es obvio peroooo, diversos estudios demuestran que los castigos físicos no enseñan o moldean el comportamiento, pero sí dañan la confianza entre padres e hijos y pueden conducir a una mayor agresividad.

Una generación de niños que no recibe nalgadas… gran resultado

Ian Swanson tenía cinco años cuando su familia se trasladó de Estados Unidos a Umeå, un pequeño pueblo universitario en el norte de Suecia. Ahí conoció a sus primeros amigos, aprendió a leer y como cualquier otro niño, estaba “absolutamente interesado en todo”.

De vez en cuando, recibía manotazos de su mamá, o una nalgada y una severa mirada de su padre cuando se portaba mal. Pero un día su maestra de jardín de niños, la directora de la escuela y una trabajadora social llegaron a su casa. Les preocupaba que Ian no estaba adaptándose, querían hablar sobre el “abuso”. Swanson tradujo para sus padres, quienes seguían aprendiendo el idioma, esta frase: “Tienen que entender, las cosas son diferentes aquí”.

En 1979, unos años antes de que la familia Swanson llegara, Suecia se convirtió en el primer país en prohibir el castigo físico para los niños.

Diversos estudios demuestran que los castigos físicos no enseñan o moldean el comportamiento, pero sí dañan la confianza entre padres e hijos y pueden conducir a una mayor agresividad.

Detener una técnica de disciplina que se ha transmitido de generación en generación es una razón poderosa que hace difícil su erradicación.

“No ha existido un cambio radical en la actitud. La mayoría de las personas todavía piensa que está bien”, dijo Elizabeth Gershoff, profesora asociada de Desarrollo Humano y Ciencias Familiares de la Universidad de Texas. 

Cerca de la mitad de los niños suecos eran golpeados en la década de 1970, antes de la prohibición, informó la prohibición de 1979 fue resultado de un trabajo de décadas; desde la primera descripción de los Derechos Humanos de los Niños en la década de 1920, pasando por la prohibición de golpear en las escuelas en 1958, hasta la eliminación del lenguaje legal que permitía a los padres pegarle a los niños, en 1966. Las actitudes de la población continuaron cambiando en la década de 1970 después de algunos casos de alto perfil de disciplina que había ido demasiado lejos, y en 1977, el Parlamento sueco creó un comité para examinar los derechos de los niños.

El gobierno publicó folletos traducidos a varios idiomas e imprimió información sobre la prohibición en los cartones de leche para enterar a la población.

El resultado fue el Capítulo 6, Sección 1, del Código de Niños y Padres de Suecia:

“Los niños tienen derecho a cuidados, seguridad y una buena crianza. Los niños deben ser tratados con respeto por su persona e individualidad y no deben ser objeto de castigos corporales o de cualquier otro trato humillante”. Esto fue aprobado casi por unanimidad.

Los casos de agresión todavía se rigen por el código penal; si un adulto golpea a un niño, es sujeto a una visita e interrogatorio de los servicios sociales de Suecia.

“La policía dirá: ‘Lo que hiciste no está bien, entiendo por qué sucedió, pero necesitas saber que va contra la ley, y aquí están los apoyos disponibles para ti'”.

Los apoyos pueden ser el acceso a grupos de padres, información sobre el desarrollo infantil, cuidados de salud infantil o enfermeras que ayudan a hacer los hogares a prueba de niños u ofrecen asesoramiento.

“Recuerdo que estaba muy asustado de que fueran a separarme de ellos. Parecía una posibilidad muy real. Sentí un poco de culpa por ello. Yo era el que tenía un mal comportamiento: si no fuera por mí, ellos no estarían en esa posición”, narra Ian Swanson, quien ahora tiene 31 años y vive en Minneapolis.

Pero también recuerda entender y coincidir con la visión de los suecos: si los padres están golpeando, significa que han perdido el control, y puede ser que necesiten aprender otras opciones.

Es difícil imaginar una prohibición al castigo físico universal en este momento.

“Si vamos a ir por este camino e imponer reglas o recomendaciones a los padres para que no peguen, tenemos que ayudarles a encontrar alternativas que funcionen”, dice Larzelere.

“Los niños decían cosas como: ‘Mi papá va a azotarme el trasero cuando llegue a casa’, y yo no creía que fuera una posibilidad”, dijo Swanson. “La primera vez que realmente vi a uno de mis compañeros estadounidenses recibiendo golpes, creo que mi mandíbula cayó al suelo”.

Ahora, como padre, Swanson dice que no le pegará a sus hijos. 

“No me importa si golpeas a tus hijos con una cuchara o con un cinturón”, dijo. “¿Estás golpeando a tus hijos, o no? ¿Lo estás haciendo? Ésa es la respuesta: no hay ningún misterio en este asunto”.

Los golpes y el maltrato infantil debe ser inadmisible en cualquier situación. Toda alternativa que regrese a los padres al lugar de comprender y razonar con los mas pequeños da opciones de crianza. La violencia nunca será una alternativa  aceptable.

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