Cuando Same Clarence adoptó a Stanely (un perro de raza bully) de un refugio de animales en Nueva Zelanda, no se dio cuenta de que el animal crecería hasta convertirse en un "perro velcro", como ahora lo llaman. Stanley se niega a dejar que Same deje de acariciarlo, sobre todo cuando está conduciendo el auto.
"Él quiere que estemos en contacto en todo momento", le dijo Clarence a The Dodo. "Y es muy claro al respecto". A Stanley lo encontraron cuando apenas era un cachorro de 6 meses, y vivía en una casa abandonada junto a su madre. Same decidió adoptar a Stanley después de ver una foto del cachorro.
Cuando Same se llevó a Stanley a su casa, el perro estaba terriblemente asustado. "Estaba aterrorizado cuando llegamos a casa, y tardó una hora en salir lentamente del coche", le dijo Clarence al editor. "Cuando salió le di un buen baño, un poco de comida y una cama cómoda frente a la chimenea". Stanley se acostumbró pronto a su nuevo hogar, y al afecto que le estaba dando su nuevo dueño.
"Cuando era cachorro, dormía conmigo en la cama y nunca dejábamos de tocarnos", dijo Clarence. "Se echaba detrás de mí y siempre tenía al menos una pata tocándome la espalda. Si yo me movía, él se movía también".
Clarence explica que ahora Stanley siempre tiene que estar en contacto con él, hasta cuando está manejando el coche. "Cuando estamos viendo la televisión, más de lo mismo. Mueve las patas hacia mí hasta tocarme. Parece que es su manía. Y si yo no estoy, se lo hará a mi compañero de apartamento".
El orgulloso dueño dijo:
"Stanley vive para complacer a los demás, así que se deja llevar, es un perrito muy feliz y sonríe al instante. Nunca he conocido a un perro con tanta personalidad".
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