Pasó dos años enteros metido en esta jaula, que era extremadamente pequeña para su tamaño. Tuvo que mantenerse agachado, o de otro modo no iba a caber. Como estuvo encorvado durante tanto tiempo, su cuerpo se deformó y se empequeñeció, ya que no podía crecer.
En Georgia, Estados Unidos, un refugio ayudó a Landis a escapar de su jaula. Lo liberaron de su terrible miseria y confinamiento.
Lo llevaron al hospital de animales inmediatamente, para que le hicieran un chequeo completo. Todos esperaban poder hacer algo para tratar su espalda jorobada y sus patas planas.
Landis se quedó en el refugio mientras recibía atención. En comparación con su vida anterior, el refugio era un lugar paradisíaco para él.
Luego, el personal del refugio contactó a la organización Second Chance Rescue, ubicada en la ciudad de Nueva York. Necesitaban ayuda con el caso de Landis. Se lo llevaron, y allá recibió tratamiento médico y muchas sesiones de fisioterapia e hidroterapia. Hicieron lo posible para enderezarle el cuerpo.
A pesar de que pasó por una experiencia terrible y tortuosa, Landis se convirtió en un perro muy dulce y gentil, que pudo recibir todo el amor y la atención que necesitaba.
Poco después de recibir su tratamiento, encontró un hogar al lado de una familia que lo quiere mucho. Ahora vive con ellos en Cape Cod, Massachusetts, así que puede ir a la playa todo el tiempo y correr en la arena. Tiene dos hermanos que le hacen compañía en el patio trasero.
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