Un anciano le juega una “broma” póstuma a su joven viuda

22.02.2018 10:10

Marcel Amphoux siempre había llevado una vida simple y modesta. El campesino ni siquiera tenía agua o electricidad en su casa.  

En realidad, su estilo de vida era tan austero que le permitió ahorrar una enorme cantidad de dinero, por no mencionar el terreno que había heredado en los Alpes suizos, el cual se encontraba entre dos lujosas estaciones de esquí y había subido mucho de valor en el transcurso de los años. 

Aunque no lo parecía, era un hombre muy rico. 

Quería compartir su fortuna, así que construyó casas en su propiedad para que sus amigos y familiares no tuvieran que pagar alquiler.  

A los 67 años no estaba particularmente interesado en mujeres, pero conoció a Sandrine Devillard, una guapa parisina 25 años más joven que él. La chica parecía estar encantada con él y, obviamente, era correspondida.

Los vecinos del pueblo alertaron a Marcel. Creían que ella solo quería su dinero. Después de todo, Sandrine solamente era una empleada de bienes y raíces y estaba en los Alpes para administrar las propiedades de los clientes. Sabía exactamente lo que Marcel valía.

Las personas solían asombrarse cuando veían a esta pareja tan rara: una joven guapa y bien vestida con un hombre viejo, flaco y áspero. 

Parecía absurdo que se hubiera dejado robar de esa forma tan obvia. Pero a Marcel no le importaba, se lo estaba pasando de maravilla.

En 2012 contrajeron matrimonio a pesar de la desaprobación de toda la comunidad.

Al parecer, Sandrine estaba muy ofendida por las sospechas, pero después de la boda hizo algunas cosas que aumentaron aun más la desconfianza en ella. 

Después continuó su vida y su trabajo en París. Visitaba a Marcel solo cuando tenía tiempo.

El mismo año de su matrimonio, Marcel y dos amigos tuvieron un terrible accidente. Los amigos lograron sobrevivir, pero Marcel murió. Los vecinos del pueblo llegaron a creer que Sandrine estaba detrás de accidente. 

Sin embargo, en el funeral se veía devastada.

Pero una vez superado ese momento, empezó a pedirles a los inquilinos de Marcel que desalojaran sus casas. Sin embargo, resultó que el testamento de Marcel contenía algunas sorpresas. 

Les heredó a sus vecinos todos las casas que que ya habitaban. Repartió su dinero y sus pertenencias entre sus familiares y amigos. Y a Sandrine no le dejó nada. 

Al parecer Marcel dudaba de su sinceridad y al final decidió tomar medidas y defenderse a sí mismo (y a sus queridos herederos).

Uno no puede acusar a nadie sin tener pruebas, y es imposible saber qué pasa realmente en las relaciones amorosas de otras personas, pero es difícil leer esto y no aplaudir la decisión de Marcel.

Después de todo, si ella se casó con él por amor, entonces es maravilloso que hayan compartido los últimos meses de Marcel juntos... De cualquier forma, no hay fortuna que  pueda traerlo de vuelta al mundo. ¡Pero si no, qué bueno que Marcel no era tan vulnerable como todos pensaban y que frustró cualquier intento de aprovecharse de él!

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