En una época donde la vida se ha vuelto un esfuerzo contra el reloj, algunas veces debemos detenernos y mirar atrás para observar lo que hemos dejado.
Al crecer dejamos de lado los juegos de niño y comenzamos a cumplir los sueños o fantasías que teníamos a corta edad. Algunas personas comienzan sus estudios profesionales o a perfilar su talento en lo aquello que quieren convertir en su estilo de vida. Los juegos y la diversión sinsentido se quedan en el olvido.
Tus hijos te dan la oportunidad de regresar a esa etapa de tu vida donde brincar en los charcos es la aventura más increíble. Hacer pasteles de lodo vuelven a ser un proceso artístico. Los ángeles dibujados en la arena, los brincos para atravesar un riachuelo y gritar a la nada en el centro del bosque vuelven a ser parte de tu vida.
Tienes la oportunidad de ensuciarte nuevamente las manos, de jugar con tierra y permitirte reír a carcajadas de la nada. Regresar a esos momentos donde tu conexión con el entorno no necesitaba de la tecnología de una tablet.
En la actualidad los niños ya no saben lo que es rasparse las rodillas en la tierra, porque su espacio verde más inmediato es el camellón fuera de casa. No saben lo que es el eco, porque su voz se silencia con el ruido de la ciudad. No reconocen las estrellas en el cielo, porque la luz artificial apagó su brillo. Y tú lo has olvidado también, porque ya no miras al cielo.
Permítete regresar a tu infancia y buscar formas en las nubes. Juega con tus hijos a encontrar insectos y observarlos en el campo. Exploren los exóticos aromas de una selva y encuentren constelaciones en el cielo estrellado fuera de la ciudad.
Ensúciate, reconcíliate con el entorno y crea una hermosa infancia para tus hijos, como la tuviste tú.
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