Por qué 14.000 científicos apuestan por no confinar

13.10.2020 13:06

Las políticas de bloqueo actuales estarían produciendo efectos devastadores en la salud

La economía y la salud van ligadas. Un país que no esté libre de Covid-19, en este caso, no podrá funcionar económicamente en este mundo globalizado. Sin embargo, siguen originándose propuestas y estrategias varias que, con frecuencia, tiene en cuenta un aspecto por encima del otro.

Desde hace unos días se habla del concepto de ‘protección enfocada’. Un grupo de científicos especializados en enfermedades infecciosas y en salud pública firmaron una carta el pasado 4 de octubre en EEUU, la Declaración de Great Barrington.

En ella señalan que «las políticas de bloqueo actuales están produciendo efectos devastadores en la salud pública a corto y largo plazo. (...) Mantener estas medidas en vigor hasta que se disponga de una vacuna provocará daños irreparables, y los desfavorecidos sufrirán un daño desproporcionado».

La carta, escrita por Sunetra Gupta, profesora de Epidemiología en Oxford, Jay Bhattacharya, profesor de Medicina en Stanford, y Martin Kulldorff, profesor de Medicina en Harvard, aboga por la denominada ‘protección enfocada’.

«Nuestro objetivo debería ser minimizar la mortalidad y el daño social hasta que alcancemos la inmunidad colectiva. El enfoque más compasivo que equilibra los riesgos y los beneficios de alcanzar la inmunidad colectiva es permitir que aquellos que tienen un riesgo mínimo de muerte vivan sus vidas normalmente para desarrollar inmunidad al virus a través de una infección natural, mientras se protege mejor a los que están en mayor grado de riesgo. A esto lo llamamos Protección Enfocada», aseguran los autores de la carta.

Estos también abogan por medidas para mantener aisladas a las personas en situación de vulnerabilidad, mientras quienes no son de riesgo hacen vida normal y se va alcanzando la inmunidad colectiva.

«Es un disparate en apariencia bienintencionado, pero no descartemos conflicto de intereses, inaplicable en la práctica, de consecuencias desastrosas y vuelve a flirtear con el concepto de inmunidad de rebaño. Hay muchos pacientes en condición muy grave y fallecidos menores de 60 años», opina contundente Juan Martínez, ex director de Salud Pública.

Los autores de la carta se reunieron el lunes con Alex Azar, secretario de Salud de Estados Unidos, y Scott Atlas, asesor del presidente Trump, para mantener una «muy buena discusión", en palabras de Kulldorff, uno de los firmantes.

Preocupación en el ámbito científico

Esta reunión preocupa a varios expertos, como al epidemiólogo y profesor asociado de la Universidad Johns Hopkins Stefan Baral. Según recoge la prestigiosa revista ‘The British Medical Journal’, Baral está de acuerdo en general en que los encierros causan daños graves, pero se ha negado a firmar la declaración porque no aborda los pasos concretos necesarios para ayudar a las personas más vulnerables.

La Declaración de Great Barrington se basa en la premisa de que los gobiernos apuestan por los cierres estrictos hasta que llegue una vacuna.

«En ciencia no hay nada inmutable en el tiempo. Hay bastantes diferencias entre la primera y la segunda ola. Al principio teníamos serias dudas de la transmisibilidad del virus por parte de los niños y adolescentes, de ahí el cierre de colegios y universidades. Ahora sabemos que no contagian especialmente más que los adultos. Es decir, los colegios no generan brotes por sí mismos, son reflejo de lo que pasa fuera de esas aulas, en la sociedad. Si hay transmisión comunitaria y el virus está fuera de control, es normal que haya más episodios de contagios dentro de los colegios, pero en un entorno de transmisión controlada trae más problemas no escolarizar que ir al colegio», argumenta Jonay Ojeda, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria, SESPAS.

Según Ojeda, aislar a un grupo de personas vulnerables durante un tiempo prolongado también tiene consecuencias muy graves para su salud.

El portavoz de SESPAS considera, por último, que esta declaración no sigue el camino habitual para tener credibilidad, ya que le recuerda mucho a esos planteamientos de la primera ola, típicos de entornos del liberalismo económico como EEUU, donde la economía puede tener más peso que en las economías del bienestar.

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