Perdió 136 kilos sin vivir en el gimnasio y los resultados son sorprendentes

12.11.2019 11:00

Lexi Reed tenía 24 años y 220 kilos, ella sabía que su cuerpo no iba por un buen camino, ni siquiera podía hacer las cosas que disfrutaba o algo tan básico como caminar o subir las escaleras sin quedarse sin aliento. Viajar en avión, subirse a una canoa o montaña rusa parecía imposible pues no cabía en los asientos.

En 2016 Lexi junto a su esposo decidió comprometerse con mejorar su salud, así que durante el primer mes su mejor amigo la retó a no beber alcohol, refrescos o comer fuera, además de hacer ejercicios al menos cinco veces a la semana. Al principio fue duro pero sabían que necesitaban un gran cambio de vida.

Para Lexi lo más difícil fue dejar a un lado la comida chatarra, no le gustaba cocinar así que optaba por comida rápida, sobretodo porque esta se ajustaba a su falta de tiempo y dinero. Ella y su esposo pasaban muchas noches en el sofá mientras comían y veían televisión, “Tuvimos que cambiar por completo nuestras actividades diarias y aprender a comer para vivir, en lugar de vivir para comer”, comentó para Women’s Health.

Lexi comenzó cocinando alimentos que amaba, aprendió a hacer tacos saludables, pizza de coliflor y muchas verduras. Hasta comió papas fritas de vez en cuando, aprendiendo que casi siempre existía una versión más saludable de lo que comía, “Cada vez que me saltaba las donas y la pizza, se hacía más fácil”.

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Aunque no sigue un plan de dietas Lexi consume alimentos altos en proteínas y bajo en carbohidratos. Además de contar calorías, tampoco se priva de nada y disfruta sus comidas favoritas pero con moderación.

Ir al gimnasio tampoco fue fácil, tenía dolor en las articulaciones y gran parte de su cuerpo, pero su esposo siempre estuvo para apoyarla. Cada vez que iba al gimnasio se esforzaba mucho más, estaba decidida a superar sus problemas de sobrepeso.

“Para ser claros, no vivo en el gimnasio; Encontrar el equilibrio y el disfrute es lo que me ha llevado hasta ahora en este viaje. Entreno seis veces a la semana durante 30 minutos a una hora, hago principalmente cardio pero cambio mis entrenamientos para mantenerme motivado”.

Poco a poco el cambio de vida para Lexi fue mucho más fácil, cambió su relación con la comida, el gimnasio se convirtió en un lugar cómodo y reemplazó la comida con terapia. Luego de perder más de 45 kilos pudo hacer muchas cosas que antes no, como encajar en una cabina o asiento de cine.

“Ya no era un prisionero en mi cuerpo y me negaba a perder más tiempo en mi sofá como lo había hecho antes”.

Desde el 2016 hasta ahora, esta mujer ha logrado perder al menos 136 kilos y se siente muy agradecida por el apoyo de su esposo en todo el proceso. Al tiempo que comparte su historia a través de redes sociales para motivar a otros a lograr un verdadero cambio sin importar las condiciones.

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