Patones de Arriba: así es uno de los pueblos negros más bonitos de España

24.01.2023 09:44

El desordenado urbanismo de las callejas, así como el material con el que están construidas la mayoría de las casas, la pizarra, llaman la tención de esta localidad madrileña. También su particular historia.

El tipismo de esta mínima localidad, el desordenado urbanismo de sus callejas y su singular historia han convertido a Patones de Arriba en uno de los spot del turismo regional entre los pueblos la Comunidad de Madrid. Llama la atención la arquitectura local, que utiliza el material más abundante que tiene a mano: la pizarra, por lo que es uno de los ejemplos más claros de representante de la arquitectura negra de la sierra de Ayllón, en el Sistema Central.

El empedrado del suelo complementa la imagen tan rural que conserva y que es el principal atractivo de esta localidad declarada Bien de Interés Cultural en la categoría de Conjunto Histórico. Si el tipismo de Patones de Arriba, situado al nordeste de la región, llama la atención del visitante, su historia no se queda corta. La recogió antes que nadie el ilustrado Antonio Ponz, historiador y gran viajero que recorrió el reino de España en el siglo XVIII acumulando una completa y rigurosa visión del país y sus habitantes.

Cuenta Ponz a propósito de la localidad la historia del rey de Patones. Sucedió en "la edad en que los sarracenos se hicieron dueños de España". Los patones escaparon a las intrincadas montañas encima de donde vivían. Allí permanecieron escondidos, sobreviviendo de la agricultura, la pesca y la caza. Eligieron a uno de los vecinos para organizar su gobierno y solucionar sus disputas. El cargo, llamado Rey de los Patones, se hizo hereditario y durante siglos pasó de generación en generación.

EL REINO PATONÉS

En 1769, Juan Prieto, el que fuera último monarca de los Patones, escribió una famosa carta en la que se dirigió a Carlos III con el encabezamiento "De rey de los Patones a rey de las Españas", para solicitar su independencia de Uceda y pagar menos impuestos. Algo que el monarca le concedió aquel mismo año; aunque, de paso, nombró a un justicia real en la localidad. Con ello se extinguió el reino patonés.

El problema que tiene este pueblo situado en el norte de la región madrileña es que puede morir de éxito. Al contrario que los sarracenos y también los franceses durante su invasión, a cuyos sendos ejércitos Patones de Arriba pasó desapercibido, hoy una multitud nada beligerante y dichosa invade el pueblo fines de semana y festivos. Las pocas callejas son insuficientes para acoger al personal y la autoridad local se ve obligada a cerrar, en Patones de Abajo, la carretera de acceso para evitar su colapso.

No debe ser esto razón para no acercarse a uno de los pueblos más singulares de España. Escoger un día laborable -no se necesitan demasiadas horas para conocerlo- y darse el corto paseo que recorre la garganta caliza por la que se accede al pueblo desde el barrio de abajo, es complemento perfecto a la visita.

El éxito turístico de Patones de Arriba ha animado a la reconstrucción de muchos edificios que solo eran ruinas. Destaca la apertura de una interesante oferta gastronómica y hotelera que poco a poco se extiende por la comarca.

La iglesia de San José, datada en el siglo XVII es sede del Centro de Interpretación Rural, que recoge la historia de la localidad, así como la importancia de la naturaleza de su entorno, donde pueden practicarse actividades variadas que van desde el excursionismo y la escalada a la espeleología y el piragüismo.

 

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