Realmente no necesitas esto… No necesitas el hecho de sentirte aceptada día a día, tampoco necesitas una palabra de aliento en momentos de soledad y mucho menos un hombro donde llorar.
No necesitas la presencia de nadie en tu vida, tú te bastas y te sobras. ¿Para qué quieres un brazo donde recargarte cuando ya sientas que no puedes más?, ¿o simplemente un mirada de ternura cuando sientas que nadie te quiere o que te has quedado sola?
¿Irónico no? Tú eres muy fuerte y se lo dejas saber a todos, pero cuando estas en completa soledad y te sientas a llorar: ¿qué te queda? nada, sólo tu carácter fuerte y yo: La fría soledad… Que sabes que nunca te va abandonar; que aunque quieras disimular, estoy pegada a ti, a tu cuerpo, adherida a tu alma, haciéndote más sombría cada día y un poco menos humana cada noche.
¿Quieres llorar?, ¿para qué?, ¿sólo para ablandarte más? no has ganado nada siendo débil y aun así siempre estuve contigo, soy la única que nunca te va abandonar, mientras todos se alejen y se rían de ti… Yo siempre estaré.
Seré ese escalofrío que recorre tu piel, ese suspiro que lanzas en la mañana sin saber porqué, ese sueño inquietante que no te deja volver a conciliar el descanso.
Soy todo eso y más, porque tú así lo quisiste y así lo pediste… Recuerda: en este mundo ten cuidado con lo que deseas, pues se puede cumplir y aquí estoy yo, tú más grande deseo de independencia y de libertad ¿no?
Obvio ser tan fría sólo te trajo a esto, a convivir conmigo todos los días de tu vida. Una dosis de soledad es recomendada para reanimar el alma y saber valorar los espacios, pero cuando ya la tienes adherida a ti y tan dentro como la humedad, es muy difícil reponerse.