Muchos padres no saben que esto tortura a los niños y destruye su autoestima

21.02.2018 09:30

Los niños son una bendición, pero muchas veces no lo sentimos así. Les pides algo una, dos..., 50 veces, y ellos terminan haciendo exactamente lo contrario. Pueden ser rudos, descuidados y ruidosos. ¿Se supone que los padres deben de conservar la calma en todo momento? Mantener la cordura en ciertas situaciones es uno de los retos más difíciles de la vida, y cualquier fallo puede tener consecuencias muy lamentables...

1. Gritarles es tan dañino como un castigo físico

Probablemente, los padres piensan que los efectos de los golpes son mucho peores que los gritos, pero hay estudios que muestran que los niños que reciben gritos regularmente, presentan los mismos síntomas que aquellos que son sometidos a castigos físicos. 

2. Consecuencias psicológicas graves

Otros estudios han demostrado que las humillaciones, los insultos y los gritos constantes pueden causar depresión en niños y adolescentes. La consecuente pérdida de la confianza en sí mismos también puede provocar problemas de conducta, tales como las mentiras y el robo. 

3. No se consigue que aprendan

El efecto que se consigue al gritarle a un niño es que se sienta despreciado. El cerebro de los niños sigue desarrollándose y es muy vulnerable a todas las formas de violencia. Es normal que todos los niños tengan períodos difíciles. El truco consiste en encontrar una forma no violenta de afrontarlos. En algunos casos, los padres tienen que reflexionar sobre su propia conducta para ver si están haciendo algo que esté repercutiendo en la actitud de su hijo. Hay que tomarse un minuto o dos para considerar las posibles causas y soluciones... La razón debe prevalecer.

Y como dice la sabiduría popular: "los niños son impredecibles", y convivir con ellos puede poner a prueba a la persona más paciente del mundo. Pero la agresión nunca tiene resultados positivos. Nuestros pequeños necesitan una persona que los guíe con firmeza, pero eso no incluye una voz estridente ni malhumorada. Si nos tomamos un minuto para respirar profundamente y tratarlos de forma tranquila y cariñosa, muy pronto nos daremos cuenta de que la paternidad puede ser mucho más placentera para todos los involucrados.

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