La voz materna moldea el cerebro del bebé – Mamá Natural

16.05.2019 11:46

  • La huella neural de la voz de una madre dentro del cerebro de un niño puede predecir su capacidad para comunicarse en el ámbito social, se trata de una huella neuronal que permite el desarrollo emocional y la comunicación social en la infancia y, probablemente, a través de toda la vida.

La voz materna moldea el cerebro social del bebé… Se sabe que los bebés prefieren la voz de su madre a la de los extraños. Ya desde el útero, el oído en desarrollo del feto detecta los sonidos y las vibraciones provenientes de su madre. Después del nacimiento, un bebé puede identificar perfectamente la voz de su madre y la prefiere entre otras voces femeninas desconocidas. 

Un estudio de 2014 con recién nacidos prematuros demostró que reproducir una grabación de la voz de la madre cuando los bebés succionaban un chupón era suficiente para mejorar el desarrollo de las habilidades de alimentación oral y acortar su estancia en el hospital. [Lo cual no deja de resultar interesante, pero nada como escuchar la viva voz de mamá, sobre todo si el bebé requiere estar hospitalizado por cualquier razón].

La voz de una madre calma al bebé en situación de estrés, reduce los niveles de cortisol en el cerebro, (la hormona del estrés), y aumenta los niveles de oxitocina, la hormona del vínculo afectivo o la llamada hormona del amor. Los científicos han comprobado la influencia y el poder de la voz materna en el cerebro del bebé: la voz de mamá activa la corteza prefrontal anterior y la región temporal posterior izquierda más intensamente que una voz desconocida, preparándole para la tarea especializada de procesamiento del habla, por ello es tan importante hablarle al bebé, que le hable su mamá.

Es fácil intuir y casi obvio de concluir que la voz de una madre tiene un poder especial sobre los bebés y los niños pequeños, pero ¿qué sucede cuando los niños crecen? Daniel Abrams, un neurobiólogo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, y su equipo de investigadores se propuso responder a esta pregunta usando la resonancia magnética funcional, una técnica de neuroimagen que mide la actividad cerebral detectando cambios metabólicos en el flujo sanguíneo. Los investigadores examinaron a 24 niños entre las edades de 7 y 12 años, que tenían CI (coeficiente intelectual) normal, no tenían trastornos del desarrollo, y fueron criados por sus madres biológicas. Mientras estaban en la máquina de resonancia magnética, estos niños escuchaban grabaciones de palabras sin sentido pronunciadas por sus madres o por otras mujeres. Los investigadores eligieron específicamente palabras sin sentido para no desencadenar circuitos cerebrales relacionados con la semántica. Sin embargo, los niños pudieron identificar con precisión la voz de su madre más del 97% del tiempo en menos de un segundo.

Pero, ¿qué sucedió realmente cuando estos niños mayores oyeron la voz de su madre? El equipo planteó la hipótesis de que escuchar su voz produciría más actividad en las llamadas regiones de “voz selectiva”, implicadas en el reconocimiento de la voz y el procesamiento del habla, en comparación con cuando escucharon voces femeninas desconocidas. Pero lo que encontraron los científicos fue aún más notable. La voz de mama activó una amplia gama de estructuras cerebrales incluyendo la amígdala, que regula la emoción, el núcleo accumbens y la corteza prefrontal medial, que forman parte de un circuito de recompensa mayor, así como el área del giro fusiforme, que procesa la información visual de la cara. Este patrón de actividad cerebral se puede comparar con una huella neural, donde la voz de una madre activa circuitos específicos en el cerebro de su hijo.

La investigación no se detuvo allí. El equipo encontró que cuanto mayor conexión neuronal había entre estas regiones de “voz selectiva” del cerebro y las relacionadas con el estado de ánimo, la recompensa y el procesamiento de la cara, mayores habilidades de comunicación social tenía el niño. En otras palabras, la huella neural de la voz de una madre dentro del cerebro de un niño puede predecir su capacidad para comunicarse en el ámbito social.

Si se considera que esa huella neural es un biomarcador en el cerebro de un niño, ¿qué ocurre en el caso de los niños con trastornos de la función social, como el autismo? ¿Y cómo cambia la huella neural  en la adolescencia y en la edad adulta? Las respuestas a estas preguntas siguen siendo desconocidas, pero ahora está científicamente demostrado que la mayoría de nosotros llevamos la voz de nuestra madre en los patrones neuronales de nuestro cerebro: las historias a la hora de dormir, la conversación en la hora de la cena o la charla que escuchamos antes del nacimiento nos identifican, se trata de una huella neuronal que permite el desarrollo emocional y la comunicación social en la infancia y, probablemente, a través de toda la vida.

Del artículo  How a mother’s voice shapes her baby’s developing brain

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