Este hombre miró indefenso cómo el lobo se acercaba a su perro. Después sucedió lo inimaginable

04.12.2017 14:44

En 2003, el fotógrafo de vida salvaje Nick Jans, de Juneau, Alaska, estaba dando su paseo diario con su perro labrador cuando se encontró con algo que le hizo contener la respiración por un momento: un enorme lobo negro se encontraba justo frente a él y lo estaba mirando directamente a los ojos. Nick había fotografiado muchos lobos salvajes desde una distancia segura, pero se alarmó de inmediato porque su perro podía entrar en contacto con él.

Así que entró en pánico cuando este empezó a correr y se dirigió al animal salvaje. Pero, para su sorpresa, ¡los animales empezaron a jugar! Nick hizo una hermosa foto enseguida. Después de un rato, el lobo desapareció entre el bosque, pero no se alejó demasiado. Siguió apareciendo entre los árboles, como si estuviera jugando al escondite. Fue realmente extraordinario; en ningún momento el poderoso depredador mostró ninguna señal de agresividad o conducta amenazante. Parecía que solo quería asomarse para decir "hola".

Nick se pasaba su tiempo libre documentando la conducta del lobo solitario, el cual se atrevía cada vez más a pisar territorio humano.

Decidió llamar al elegante animal "Romeo". Los vecinos estaban escépticos y temían que algún día el lobo atacara a alguno de los niños o a sus mascotas. Pero cuánto más frecuentes eran los encuentros, más se convencían de que Romeo solo tenía las mejores intenciones. Como no formaba parte de una manada, parecía ser un atípico animal sociable en busca de compañía.

Los residentes de Juneau empezaron a propiciar encuentros con el lobo, y a menudo iban al lugar favorito de Romeo, el Parque Glacial Mendel. Algunos llevaron a sus perros para que conocieran al nuevo "visitante" del pueblo. No hubo ni una sola pelea entre los animales domesticados y el canino salvaje; simplemente juegos amistosos. 

Romeo incluso empezó a aprender algunos nuevos trucos durante su convivencia con los seres humanos, por ejemplo, a recoger palos que los entusiastas amos de los perros le lanzaban.

Durante seis años el simpático animal salvaje permaneció cerca del pueblo y continuó interactuando amigablemente con la gente y sus perros. Cuando llegó al final de sus días, las personas del lugar colocaron una placa conmemorativa en su honor.

Nadie podrá olvidar cómo el hermoso, inteligente y gentil lobo que apareció en medio de la nada alegró la vida de todo un pueblo.

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