Anna trabaja como bibliotecaria en la Universidad de Roma, y ha conseguido algo que sentará un precedente.
Su perro padecía un tumor maligno, y tras la operación, necesitó pedir la baja para cuidar de él. Como en la mayoría de los países, cuando un familiar cercano ha sido operado se concede este derecho laboral. Pero para sorpresa de Anna, en lugar de concederle estos dos días, la Universidad los consideró como días de vacaciones.
No contenta con haber sido ignorada y con las medidas que tomó la Universidad, decidió pedir asesoramiento a la Liga Antivivisección Italiana, la protectora de animales más grande de Europa. Gracias a su ayuda se animó a dar el paso y basándose en sentencias del Tribunal Supremo que establece penas de hasta un año de cárcel y multas de hasta 10.000 euros por abandono y/o maltrato animal.
Las sentencias se ajustaban perfectamente a la situación de Anna, su perro había sido operado y era dependiente, dejarlo en casa esos dos días se consideraría abandono.
Finalmente la Universidad de Roma cambió de parecer y le concedió los días que pidió como baja laboral.