15 Historias del amor más fuerte del mundo

17.01.2018 09:48

No por nada nos dicen que el amor es todo lo que necesitamos. Nos ayuda a luchar contra las enfermedades, a creer en los milagros y nos da fuerzas.
Genial.guru juntó para ti algunas historias sinceras y divertidas de cómo las personas expresan el amor.

Ayer me llamó mi abuela y me dijo que el abuelo había salido y se estaba tardando en regresar. Me pidió que fuera a buscarlo. Le dije: “Claro”. Colgué y miré al abuelo, que estaba sentado en mi casa grabando un retrato de la abuela en una tabla de madera. El jueves tienen su aniversario de bodas.

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Recuerdo cómo decorábamos el árbol de Navidad cuando era niño: usando unas esferas antiguas que ahora ya no se venden en ningún lado. Entre ellas había una esfera grande de color azul con unas estrellitas fosforescentes. Hicimos de esto toda una ceremonia: abríamos la caja, sacábamos la esfera, “cargábamos” la esfera bajo la lámpara para que las estrellas brillaran en oscuridad con esa luz verde especial… Siempre colgábamos aquella esfera primero. A partir de ese momento empezaba la sensación de la fiesta. La esfera sigue con vida hasta ahora.

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Cuando mi mujer y yo nos peleamos, nuestra hija se cae dramáticamente al piso y finge que se lesionó una pierna o un brazo. Hace poco discutimos en la cocina. Nuesta pequeña estaba dormida en la sala, pero al escuchar nuestas voces alteradas, entró a la cocina, me tomó de la mano y me dijo: “Me da miedo dormir sola”. Me acostó en el sillón y nos dormimos. La niña no deja que nos peleemos. Así que ahora vivimos en paz.

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Mi mamá y yo vivimos en la capital y mi papá, en otra ciudad. Mis padres tienen una relación amistosa. A veces papá nos visita. Adoro despertarme cuando él está en casa. Por la mañana va a la tienda y prepara algo delicioso. Papá sirve café con natilla. Me siento a su lado, me acaricia en la cabeza y ahí es cuando me doy cuenta de que la felicidad existe.

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En la noche estaba sentada en la mesa de la cocina, coloreando una imagen. La idea estaba interesante. Para no confundirme, primero organicé mis lápices y los ubiqué en orden específico. Ocupé toda la mesa.
Por la mañana, mi marido estaba sirviendo el desayuno mientras yo andaba corriendo por la casa con los gritos desesperados de “¡ya se me hizo tarde!”. Entré a la cocina y vi que mis lápices, que con tanto esmero había colocado, ya no estaban ahí. Me desanimé, pero no mucho, pensando que fue muy tonto de mi parte haberlos dejado ahí. Luego entré al dormitorio y vi todos mis lápices en mi escritorio. Mi esposo los reubicó, conservando el orden. Cada uno de los 50 lápices.

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Le conté a mi esposo una historia triste sobre Santa Claus: cómo mis padres me dijeron que no existía y que con eso se habían acabado los regalos para Navidad. El niño que llevo dentro hasta ahora está llorando en mi alma. Pensé que me iba a decir que estaba loca, pero ¡hoy recibí una carta de Santa Claus que me pedía decirle qué quería para Navidad! Y a pesar de que sé quién escribió la carta, me emocioné mucho.

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Estudio en otra ciudad, mis padres están a 150 kilómetros de mí. Me enfermé, me dio mucha fiebre. Papá llegó en su coche para llevarme de la universidad a la residencia de estudiantes. ¡Viajó 2 horas de ida y 2 de vuelta para que no tuviera que viajar en autobús durante 30 minutos! Me llevó un caldo calentito que me había prepado mamá y un frasco de mermelada de frambuesa.

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Mi novia y yo vivimos en ciudades diferentes, a veces nos vemos los fines de semana. Un día le dije que no podíamos vernos y decidí hacerle una sorpresa. Viajé a su ciudad, compré un ramo de flores y toqué la puerta de su casa. Pero nadie me abrió la puerta. Le llamé para preguntar dónde estaba y recibí una respuesta genial: “¡Voy a tu casa!”.

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Estaba viajando en el metro. El vagón estaba lleno como siempre. Una chica me pisó un pie, pero en vez de decirme algo, me tomó de la mano y me sonrió. Creo que me enamoré.

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Lo vi por primera vez en la calle, cuando chocamos. Al día siguiente, en un hospital (él estaba saliendo y yo, entrando). Pensé que era el destino. Investigué quién era a través de una amiga. Resultó que estudiaba en la misma escuela que yo pero era 2 años mayor. Después de que él me dijera que en la fiesta de graduación en el kínder él se había disfrazado de astrónomo, no me quedó ni la menor duda de que era mi destino, porque yo me había disfrazado de estrella.

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Mi esposa me envió este mensaje: “Amor, se me ocurrió una ensalada fantástica de mango, ajo y repollo. ¡Te espero en casa!”. Mmm, voy a ir a una farmacia… algo me dice que pronto voy a ser papá.

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Mi tía estuvo soltera hasta cumplir 35 años. Cuando le preguntaban “¿Cuándo te vas a casar?“, constestaba ”No he encontrado a la persona indicada“. Un día ella estaba en una cafetería con mi abuela y vio a un chico que pasaba de largo de su mesa. Mi tía sólo dijo: “Es él, ¡puedo sentirlo!”. Y se le acercó para conocerlo. Llevan 20 años juntos.

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Mi esposo y yo llevamos dos años juntos. Se tardó 20 años en conquistarme. Estamos muy enamorados, pero casi no tenemos tiempo para pasar juntos, porque ambos trabajamos mucho. Yo trabajo cinco días a la semana y él, en turnos. Hace poco, un domingo se le hizo tarde ir al trabajo y se quedó en casa. ¡Qué fantástico se siente despertar por la mañana en brazos de la persona que amas! ¡Esto es lo que de verdad importa!

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Soy de estatura baja y mi marido es todo lo contrario. Por la noche me “hace bolita“, me abraza y así se duerme. Me da calor, no puedo moverme, pero no puedo ”liberarme”. Si se lo pido, me suelta, pero en cuanto se duerme, nuevamente me abraza igual. Ahora le tocó ir de viaje de trabajo… ¡Al fin estoy libre para dormir como me gusta! Pero no, acabo de descubrir que sólo puedo dormir bien en los brazos de mi esposo.

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Mi novio me propuso matrimonio el primer día, cuando lo conocí. Pero se me hizo poco serio y “mantenía la guardia“. Aunque desde el primer minuto me sentía tan a gusto a su lado como si después de muchos años de viajes hubiera regresado a casa. Luego él me explicó: ”No sé cómo fue, pero al verte, supe que quería hacer una familia contigo”. Desde hace 9 años somos una familia.

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Ella era mi primer amor. Nos amábamos mucho, nos entendíamos sin palabras. Pero se me ocurrió que aún estaba muy joven para formar una relación seria y la cambié por fiestas con mis amigos. Ahora tengo 27 años y 6 años de borracheras sin parar y relaciones poco serias. Hace poco nos encontramos en un centro comercial. Resultó que ella ya está casada, tiene un hijo. Pasamos 4 horas en una cafetería hablando de la vida, del pasado. Ambos aceptamos que fue la mejor época de nuestras vidas. Llegué a casa y lloré. ¡Qué tonto fui cuando decidí cambiarla por todo eso! Amigos, valoren lo que tienen, valoren a aquellos que los aman, ¡porque es muy difícil encontrar a tu media naranja! Y cuando la encuentren, no la dejen ir.

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