En una conversación, hace varios años, salió el tema de la caza legal en África (aunque existen otros sitios como en España, Rumania, Italia, etc, donde también se practica) y mostré mis postura completamente disconforme al respecto. La replica de una de las personas ahí reunidas me dejó sin palabras, literalmente no supe que contestar ni por donde empezar.
Es tan surrealista todo lo que envuelve a este tipo de prácticas que muchas veces prefieres callar e intentar «luchar» contra ellas por otras vías más efectivas. A modo de resumen me vino a decir cosas como que gracias a esa caza las alimañas no proliferaban a sus anchas y eran controladas para beneficio de todos. Que anualmente el gobierno oportuno sacaba una lista del excedente de especies para que los buenos de los cazadores los eliminaran, previo pago y después, su proeza no quedaba así, la carne de dichos animales era donada a la población aledaña. Me dieron ganas de hacer una colecta para pedir internacionalmente que estas personas fueran canonizadas, como mínimo.
Pero, ¿cómo pueden anualmente sobrar especies como leones o elefantes si están en peligro de extinción? ¿Cómo es posible?. Y este es solo uno de los argumentos en contra de una práctica que está lejos de beneficiar a nadie salvo a los bárbaros que disfrutan matando a animales tan bellos como el famoso Cecil, el león más querido de África. Pero la verdadera respuesta a la pregunta te pondrá los pelos de punta. Aunque la expondré más adelante.
Argumentos para que la caza continue vigente como que ayuda al equilibro natural de las especies, mejora la conservación del medioambiente, enriquece a la población y a la sociedad en general creando puestos de trabajo o que es la única manera para controlar a la naturaleza son falacias en pleno siglo XXI. Es más, piénsalo, invadimos los hábitats de los animales, los matamos, los dejamos sin lugares para vivir y, además, luego tenemos que matar a otros animales porque, al parecer, hay un desequilibrio. ¿Es esto ético o propio de personas racionales?
La caza se ha convertido en una auténtica industria que genera dinero solo para unas pocas manos y que está muy lejos de ser respetuosa con los animales y con el medio ambiente.
Hoy por hoy existen muchos medios para el control de especies y su conservación, y sino los hay se crean. Que para eso somos una sociedad cada vez más civilizada.
En España, la caza provoca cada año la muerte de 50 millones de animales, utilizando para ello más del 95% del territorio. Envenena el medio ambiente y, en particular, a la avifauna con el vertido de unas 6.000 toneladas de perdigones de plomo. Pone puertas al campo mediante la colocación de cancelas y el levantamiento de miles de kilómetros de vallados cinegéticos. Provoca la desaparición de la fauna silvestre autóctona mediante sueltas incontroladas y, sobre todo, a través del uso todavía muy extendido de venenos, lazos, y cepos para acabar con los depredadores. Da lugar al maltrato animal, no sólo de las víctimas de la caza, sino también de los perros que se emplean en rehalas y cacerías.
¿Y cuándo el campo no da más víctimas con las que divertirse?, aquí viene la respuesta: sencillamente, las crían. Las llamadas granjas cinégéticas son las nuevas atracciones de feria para los que se quedan con «ganas de más».
Michler, quien hizo un documental llamado «Leones de Sangre», dijo que cerca de 1.000 leones criados en cautiverio en Sudáfrica son matados todos los años por cazadores que pagan un promedio de 20.000 dólares, cuando no 50.000, por la experiencia, en condiciones que difícilmente puedan ser descriptas como deportivas. Añadió que también aumenta la popularidad de los sitios donde se cobra al turista para que acaricie y juguetee con cachorros que cuando crezcan serán cazados.
Los leones están catalogados como vulnerables en una «lista roja» de especies que corren peligro. Un estimado indica que hay menos de 20.000 leones silvestres, lo que representa una merma del 40% en las dos últimas décadas. Otro habla de unos 30.000.
En su portal, una organización llamada Central African Wildlife Adventures ofrece excursiones de caza en la República de Africa Central. Su portal describe una experiencia casi mística en la que el cazador y la presa son iguales.
Asegura que «el último contacto generalmente tiene lugar a corta distancia. El león aparece de la nada en el verde follaje. Sin aviso sin emitir sonido alguno, el Rey de la Selva está repentinamente allí y llegó la hora de que se enfrenten los dos depredadores más poderosos de la Tierra».
Y si aún no te has caído de la silla te mostramos un listado de precios con los que poder arrebatar vidas de ejemplares tan bellos como inocentes:
León salvaje: 75.000$
León cautivo: 20.000$
Elefante africano: 20.000$
Jirafa: 1.000$
Ñu: 700$
Cocodrilo: 4.000$
Hipopótamo: 4.000$
Lobo: 65.00$
Precio que pago Palmer por matar a Cecil: 55.000$
Un hombre que, armado hasta los dientes, con un séquito de personas detrás que no dudarán en ayudarle a conseguir sus trofeos si su puntería no es buena y, tarjeta de crédito en mano, cuenta su heroica experiencia cazando en Zimbabwe.
Suscribo una perturbadora frase suya para ir «abriendo boca»:
Me comentan que en una concesión cercana hay hipopótamos, y también mencionan una palabra mágica para mi: LEOPARDO, a mi este animal siempre me ha puesto muy pero que muy cachondo…
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