Habla Massimo Peluso, esposo de Alessandra, fallecida en octubre después de dar a luz. Estaba embarazada y no vacunada. Los mellizos, nacidos prematuros, siguen vivos gracias al respirador: "si volviera le haría vacunarse, fue el ginecólogo quien nos aconsejó que no lo hiciéramos"
El Covid golpeó como un tsunami en la vida de Massimo Peluso, un treintañero casado y padre de cinco hijos, al que la pandemia le ha presentado una factura muy alta. En poco más de un año perdió a sus padres, de 58 y 70 años, y a su esposa Alessandra De Rosa, de 31, quien dio a luz mellizos antes de su muerte en octubre: Aurora y Angelo, nacidos prematuros, respiran gracias a un ventilador.
La mujer se infectó del virus y no estaba vacunada: en el intento extremo por salvar a los niños, los médicos del Policlínico decidieron provocarle un parto prematuro. Dos meses después, los mellizos siguen hospitalizados en cuidados intensivos en el hospital Santobono de Nápoles. "El dolor es inimaginable", dice Massimo, que en este momento es positivo (por segunda vez) y está aislado en casa, "tan fuerte que a veces yo también tengo la sensación de estar muerto físicamente. Pero luego están nuestros hijos y la última promesa que le hicimos a Alessandra antes de que se fuera".
- ¿Qué le prometió?
- "Me envió un mensaje, fue la tarde del 11 de octubre, la última vez que escribió. Me dijo: luché como un león, pero no creo que pueda hacerlo. Cuida a nuestros hijos. Ellos te necesitan. No quería creerlo, recé para que al menos ella se salvara. Un año antes había perdido a mis padres en 20 días. Pensé: pero ¿por qué la vida se ha vuelto tan despiadada? Solo queríamos ser felices juntos. Alessandra nació para ser madre, quería una familia numerosa, fue una elección tener cinco hijos. Vivió para los tres que ya teníamos, Antonio, Alessandra y Alessia, y preparó la bienvenida a los mellizos. Incluso cuando descubrió que era positiva en Covid, no se desanimó. El luto por mis padres aún estaba muy fresco, ella me dio coraje. Lo hizo incluso cuando estaba hospitalizada, aunque después de unos días empezó a tener miedo. Mucho miedo. No había sido vacunada, había escuchado los consejos del ginecólogo que la estaba tratando. Antes de ser entubada, vi terror en sus ojos a través de videollamadas. No podía hablar y me dijo: te escribo porque ya no tengo fuerzas".
- ¿Aconsejaría a las mujeres embarazadas que se vacunen hoy?
- "Por supuesto que sí. Si pudiera volver atrás.... No debí hacerle caso al ginecólogo, pero ahora también es inútil estar aquí pensando en lo que pudo haber sido. Alessandra habría tenido una oportunidad, una esperanza. Estoy vacunado y en este momento vuelvo a tener Covid (en octubre nos contagiamos juntos). Soy asintomático, pero la última vez también lo estuve. Este virus está maldito, mis padres en noviembre de 2020 estaban sanos. ¿Qué quieres que añada?".
- ¿Vacunará a sus hijos?
- "No sé, tengo miedo por ahora".
- Cinco niños crecerán sin su madre, ¿dónde encuentra la fuerza?
- "Mamá está con nosotros, en nuestra casa está ella, sus cosas. La ropa, los utensilios para los pasteles que hicimos juntos. Soy chef, con Alessandra solíamos hacer tortas para fiestas y cumpleaños. Un pequeño negocio que ha parado desde su muerte. No puedo hacerlo: ella era el azúcar, la mantequilla, la harina. Era el dulce sabor de las galletas. Nuestros hijos de 8, 6 y 4 años me preguntan por ella. Lo saben todo, pero los niños perciben el dolor de manera diferente. Cuando parece que han entendido, entonces me preguntan: ¿cuándo vuelve? Y empieza todo de nuevo".
- ¿Y los mellizos?
- "Mientras tanto, quiero aclarar una vez más que nunca han sido positivos. Nacieron prematuros, pero sanos. Voy al hospital todos los días, sólo para verlos de lejos. Los miro y veo a Alessandra. Quizá el próximo mes también vuelvan a casa. Les daremos la bienvenida con una fiesta. Mi esposa lo hubiera querido así".
- ¿Cómo lo hace solo? Cinco niños son mucha exigencia para un padre que también tiene que ser madre...
- "Me ayudan las hermanas de mi esposa y mis suegros. Estos días, por ejemplo, los niños están con ellos: estoy aislado y no quiero ningún contacto. El destino se ha enfurecido y tengo miedo. ¿Está aquí para nosotros? Para mí como hombre y como esposo ciertamente no habrá nada más. Pero tengo que ser un buen padre. En el cuello siempre llevo un collar con un colgante que me regaló Alessandra: un guante de boxeo. Es la fuerza que mi esposa me pidió que tuviera. Nuestros proyectos se han visto interrumpidos por un maldito virus pero el amor por los niños y por ella será eterno. Vivimos en nombre de esto".
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