Se ha demostrado que los animales contribuyen favorablemente al correcto desarrollo de los niños. Una mascota es capaz de educar socialmente a un niño, debido a sus capacidades de relación, les permite aprender y estructurar conductas.
Nuestra historia de hoy es un gran ejemplo de ello, de cómo los niños y los animales pueden aportarse grandes beneficios entre sí. Nora fue adoptada por Elisabeth y su familia años antes de tener hijos. La encontraron en un refugio donde les explicaron que esta perrita había sufrido un continuo maltrato físico y psicológico por parte de sus anteriores dueños.
A pesar de ser muy miedosa, consecuencia de haber vivido situaciones de abuso y maltrato, Nora posee una naturaleza dulce y amable que se hizo aún más notable cuando nació Archie. El pequeño que vemos en las fotos, se hizo inseparable de Nora desde el momento en que nació, y entre ellos se ha forjado un vínculo muy fuerte.
Nora no es la única mascota de la familia, ya que tienen otra perra y dos gatos adoptados más. Pero sin duda, a la que más le gusta estar con Archie es a Nora
Según cuenta la propia Elisabeth: «Si Archie se está bañando, Nora está tumbada en la estera de baño esperando que salga, si lo estoy amamantando ella también quiere estar en mi regazo«
Mientras que es supervisado por adultos, tener mascotas alrededor de bebés y niños pequeños puede ser bueno para su salud y su sociabilidad. Tener una mascota creciendo junto a un niño, hace que tengan una inmunidad más fuerte, puede disminuir el estrés y la ansiedad, mejorar el autoestima y bienestar psicológico, mayor incremento de la actividad física y regula el ritmo cardíaco.
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