Como si fueran criminales, estos chimpancés han estado encerrados toda su vida entre rejas sin poder ver la luz del sol ni moverse con total normalidad. Esta es la primera vez que el aire puro del exterior les roza la cara y sus pies tocan un suelo que no sea la jaula que les ha tenido sumidos en una auténtica pesadilla desde que nacieron.
Algunos fueron concebidos dentro de dicha “cárcel”, otros fueron secuestrados en las selvas africanas cuando eran todavía bebés y trasladados a Europa, donde pasarían muchos años siendo víctimas de duros experimentos. Algunos no pudieron sobrevivir para ser rescatados.
Su calvario finalmente terminó en septiembre de 2011, cuando 38 chimpancés fueron puestos en libertad en un santuario en Australia llamado Gut Aiderbichl. Después de tantos años ya no era posible su inserción en la vida salvaje.
Sus reacciones son conmovedoras ya que no solo han podido ver por fin la luz del sol sino que han sentido al fin a sus otros compañeros de fatigas a los que las rejas les separaba de cualquier contacto físico posible.
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