Los regalos que fabricamos nosotros mismos tienen doble valor, el económico y el sentimental.
El económico es el valor de los materiales que hemos adquirido más el beneficio que el fruto de nuestro trabajo ha generado. Si lo hemos realizado para ganar dinero, basta ponerle un precio según su calidad y disfrutar de las ganancias.
El valor sentimental sin embargo, no se puede comprar. Es algo más íntimo y personal. Si alguna vez has recibido un trabajo artesanal por parte de algún ser querido, sabes bien de lo que te hablo.
Cuando creas algo para alguien importante, piensas en los detalles, inviertes tu tiempo libre y pones toda tu pasión. ¿Para qué? Para llenarle de ilusión. Y ¿por qué? Por amor. Porque lo quieres y le aprecias tanto como para haber renunciado a tus ratitos de placer, para verle sonreír y disfrutar.
Como nuestra protagonista de hoy, quien realizó un duro trabajo para hacerle el mejor regalo de cumpleaños del mundo a su hijo de 2 años. No te lo pierdas.
Nuestra super mamá encontró un mueble antiguo en un mercadillo social.
Lo compró por apenas 20$, pero aún le faltaban horas de trabajo.
Una vez en casa, desmontó todas las puertas y piezas decorativas que pudiera tener.
Con la ayuda de una lija eléctrica, retiró todo el barniz antiguo que tenía el mueble dejando a la vista la madera original.
A continuación colocó un separador de madera en la parte inferior y realizó un agujero en el que encajar un cuenco de acero, como el de los comederos de los perros.
Este vistoso grifo os dará la pista necesaria para adivinar qué está construyendo.
Efectivamente. ¡Una cocinita! Una divertida cocina equipada para que su hijo, juegue a la vez que disfruta aprendiendo por imitación a desenvolverse en las tareas domésticas.
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