Después de ocho meses, Bélgica reabre hoy también restaurantes, ocio y elimina el veto al consumo de alcohol por las noches en la calle
La vida vuelve a Bélgica este miércoles. Después de un otoño, un invierno y una primavera marcadas por medidas de contención muy severas, que han llevado al cierre total de bares, restaurantes, cines, teatros o gimnasios, el país entero espera con ansia, y además con muy buen tiempo, el cambio de vida. Hoy también, además, la ciudad de Bruselas levanta la obligatoriedad de llevar mascarillas en el exterior (salvo en zonas comerciales muy concurridas), una de las decisiones más deseadas pero que pocos en Europa han aplicado todavía.
La situación en el país ha sido una montaña rusa. En la primavera de 2020 el confinamiento belga fue más suave que en España y otros países. Hubo cierre de prácticamente todo, pero el Gobierno nunca limitó las salidas al exterior para hacer ejercicio o pasear, incentivando de hecho a que se hiciera por cuestiones de salud, física y mental. Coincidió también con unos meses sin precedentes de buen tiempo, lo que hizo que la ciudadanía soportara con mucho mejor ánimo la epidemia. Y con los elogios de prensa de todo el mundo. Los números no eran nada buenos, pero también Bélgica metía en los recuentos datos que muchos de sus vecinos obviaban. Durante mucho tiempo el enfoque muy razonablemente laxo, pero desde otoño, con la formación de un Gobierno tras casi dos años en interinidad, todo cambió.
El nuevo primer ministro empezó muy pronto a cerrar la mano, pues la incidencia se disparaba. Y a pesar de lo que veía en muchos vecinos, no ha permitido la hostelería hasta hace unas pocas semanas, cuando las terrazas abrieron con precaución. Y ha mantenido medidas drásticas, permitiendo sólo invitar a una persona a casa, y siempre la misma. El toque de queda de las 22.00h se eliminó también hace pocas semanas.
A pesar de todo, o en parte por eso mismo, los datos estos meses no han sido buenos, puesto que la población, ante la imposibilidad de tener ocio en interior, y el mal clima y las limitaciones incluso de juntarse en grupos en parques o bosques, optó por buscar opciones en los hogares saltándose las normas.
Hasta hoy. La capital ya sólo exigirá mascarilla en zonas de mucha densidad, pero no en el resto, un cambio cualitativo importante y acorde a la decisión de permitir las salas interiores. Consideraban absurdo que la gente tuviera que ir cubierta por la calle pero se liberara nada más sentarse. La apertura, sin embargo, está condicionada. El horario estará limitado de 05.00 a 23.30, tanto dentro como fuera. Y será necesario un estricto control del aire.
En restaurantes, bares o gimnasios será obligatoria la presencia de un aparato que mida la calidad del aire y que haya un sistema de ventilación y purificación efectivo. Los límites máximos tolerados de CO2 se situará entre 900 y 1200 ppm. Si lo supera y una inspección así lo detecta, el local será cerrado, según las autoridades.
Igualmente, se permite la presencia de público en actos culturales, competiciones y entrenamientos deportivos, congresos, ceremonias, mercados y atracciones al aire libre. Doscientas si se hace a cubierto y el doble en el exterior. Y vuelve a estar permitido beber alcohol en la calle durante toda la noche, pero sólo en grupos de hasta cuatro personas.
Las limitaciones para el trabajo en oficina siguen vigentes, más relajadas, pero en pie. Así, los trabajadores sólo podrán ir un día por semana de momento y sólo un 20% del total de los empleados puede estar en la oficina por día al mismo tiempo, salvo en PYMES con menos de 10 empleados, que podrán contar con la mitad.
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